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Don Camilo y Pepone, ¿resucitan?

JOSÉ Mª GONZÁLEZ RUIZEn el número del viernes 21 de octubre de este año aparecía en estas páginas una noticia curiosa con este título: Referéndum en un pueblo de Málaga para declarar persona 'non grata' al párroco.

Cuando hace ya años el gran novelista italiano Romano Guareschi escribió su divertida novela Don Camilo y Pepone, las cosas eran más simples: el alcalde comunista de un pueblecito italiano y su fornido cura estaban siempre a las greñas, pero, en definitiva, se necesitaban el uno al otro.

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Ahora nosotros, los españoles, después de la noche de la dictadura, vamos abriendo los ojos al alba de la democracia e incluso del socialismo. Pero las relaciones de fuerza son distintas. En el pueblecito malagueño de Villanueva del Trabuco hay un cura joven, de los que lucharon intrépidamente durante la dictadura con la ilusión de ser testigo y colaborador de un cambio hacia la libertad y la superación de los egoísmos capitalistas. El alcalde del pueblo pertenece nada menos que al PSOE, y en los tiempos del tardofranquismo recibió ayuda muy concreta y arriesgada de las comunidades cristianas de aquellas zonas y de sus curas más comprometidos. Quizá en parte a ellos les deba el hecho de que actualmente se encuentre al frente del municipio malagueño.

Pero el poder cambia a la gente de una manera increíble. ¿Quién nos iba a decir que la misma autoridad eclesiástica que se plantó frente al franquismo para defender la libertad ejercida y predicada por los curas (como fue mi propio caso, cuando fui multado por una homilía en la catedral) tendría ahora que hacer lo mismo frente a una autoridad socialista, que, en parte, repito, fue aupada por el calor de los amigos cristianos y eclesiásticos más comprometidos?

Porque esto es lo que ha hecho, en efecto, la Oficina de Prensa del Obispado de Málaga. Allí se dice que en ningún momento ha habido discusión o enfrentamiento con la Guardia Civil del pueblo, ya. que el motivo de la excomunión procedente del alcalde contra el párroco era la negación de éste a celebrar una misa para la Guardia Civil del pueblo el día de la Virgen del Pilar. El cura, a este respecto -dice la nota episcopal-, en sus conversaciones con el comandante de puesto,dio a conocer las normas diocesanas a este respecto bajo el título: Que la Eucaristía no sea instrumentalizada.

Los españoles nos vamos creyendo que liemos superado la lacra del clericalismo y de su contrapartida, el anticlericalismo. Pero la realidad nos desencanta. El hecho de la excomunión municipal lanzada contra el cura por un alcalde socialista se une, por un hilo sutil, a la actitud negativa de los viejos resistentes a las novedades que en la Iglesia católica introdujo el Concilio Vaticano Il. Bonifacio Guzmán -el Boni para los amigos, que son muchos- ha sido un luchador equilibrado. Ha luchado siempre desde donde, oficial y públicamente, estaba: desde una plataforma eclesial de signo profético. Él no perteneció a ningún partido ni sindicato, aunque siempre alentó todos los movimientos que pusieran proa a la superación de la dictadura y a la instauración de las libertades. Esto, lógicamente, lo enfrentaba con esa parte tradicional del pueblo que no admite el cambio en la menor partícula de sus viejos ritos.

Y así vemos ahora que los actuales capitostes del pueblo, muy socialistas ellos, se dan la mano, por debajo de la mesa" con los representantes más típicos de la vieja guardia. Así se explica que corran por el pueblo las antiguas quejas de los anticonciliares. Nos lo dice el propio alcalde cuando se le pregunta por los problemas anteriores que justificarían su excomunión del cura: "Estos problemas"., dice, "son varios y van en contra de las costumbres del pueblo, como, por ejemplo, las misas de difuntos, no las da una a una, sino que reúne a cuatro o cinco familias que han perdido a un ser querido y dice la misa para todos. A la salida no se sabe bien a. qué familia le estás dando el pésame. Y así

Pasa a la página 12

Don Camilo y Pepone, ¿resucitan?

Viene de la página 11con los bautizos, comuniones, etcétera. Yo lo que tengo que decirle al párroco es que si es un hombre que predica el Evangelio, que yo creo es la palabra de Dios, no puede engañar a una corporación municipal y no cumplir con lo prometido".

A esta incomprensible actitud de un alcalde que se atreve a llamarse socialista ha habido una respuesta masiva de las comunidades cristianas de la zona de Antequera-Archidona, Campillo y Sierra Sur de Sevilla, que se han dirigido así al alcalde de Villanueva del Trabuco:

"Tenemos conocimiento de sus esfuerzos por el cambio en estos últimos tiempos de clandestinidad, junto al común amigo Joaquín Cifuentes, entonces cura del pueblo. Entendemos que este cambio era buscado ansiosamente para acabar con todo brote de dictadura, borrar de una vez toda discriminación, sanear las instituciones, respetar todas las libertades que sirven para construir la libertad popular, realizar entre todos un orden más justo, construir, en una palabra, según la feliz expresión del PSOE, socialismo y libertad. El actual cura del pueblo, Bonifacio Guzmán, a quien todos apreciamos mucho, al trabajar por la clarificación en el terreno religioso, está prestando como ciudadano un magnífico servicio a la democracia, porque la causa por el hombre coincida con la causa de Dios: Dios no puede desear que por la fuerza, la coacción o la costumbre le demos culto. Y esto es precisamente la libertad religiosa. Al retrasar bodas, al no celebrar la Eucaristía para entidades no religiosas, al ser íntegro en su fe, está siendo precisamente un magnífico ciudadano. Sólo regímenes totalitarios se esfuerzan por poner a su servicio lo sagrado para reafirmarse en su poder. Por eso, su manera de actuar nos parece más propia del pasado franquismo, que creíamos haber dejado atrás".

Bonifacio Guzmán es joven, inteligente y equilibrado. Es, sobre todo, cristiano, y sabe que a un verdadero cristiano las bofetadas le pueden venir siempre de las do s partes, aunque es una lástima que solamente para esto se unan los extremos políticos y sociales de nuestra sociedad española.

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