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El Partido Socialista francés se propone la 'reconquista' del electorado perdido

ENVIADO ESPECIAL El Partido Socialista (PS) hace de su congreso bianual en Bourg-en-Bresse (cerca de Lyon) la plataforma de lanzamiento de su consigna más imperativa: reconquistar el favor de los franceses para ganar las elecciones legislativas de 1986, fecha crucial del septenio que los socialistas iniciaron en mayo de 1981 con la llegada de François Mitterrand a la Presidencia.

La pasión no ha acudido a la cita del partido del poder en esta tierra de pollos y quesos exquisitos. Al PS, como a los franceses, hoy les preocupa la salida de la crisis y la paz. Por esto los problemas internos del partido van a desgranarse aquí, durante los tres días del congreso nacional; pero como ya lo planteó clarísimamente ayer el primer secretario, Lionel Jospin, que será reelegido de nuevo el domingo, lo que interesa es triunfar frente a la crisis; y, para ello, "el Gobierno, antes de nada, necesita una mayoría coherente que lo apoye". Con dichas palabras, Jospin abrió el congreso y, de manera expresa, centró el debate de fondo: ¿qué piensa hacer el segundo partido de la mayoría gobernante, es decir, el comunista?El PCF, día y noche, critica la política exterior del Gobierno para defender las orientaciones de la soviética: la intervención de Francia en Chad y Líbano, en la guerra Irán-Irak, así como su antipacifismo, son todas dianas de los ataques del PCF. En política interior, la estrategia económica de rigor, y la industrial, son condenadas con igual fuerza. "¿Cómo puede ser creíble la acción del Gobierno de izquierdas si su mayoría lo desacredita en cada instante y casi globalmente?", se preguntó Jospin.

Este es tema de envergadura, de actualidad y, en consecuencia, de interés para el país. Si los socialistas quieren "reconquistar la opinión" para ganar en 1986, tienen que empezar por domar al PCF y, después, sacar al país de la crisis. Parece ser que éste lo tiene claro: se acabó el triunfalismo, e incluso el revanchismo ideológico del congreso de hace dos años, cuando sus líderes amenazaban con un socialismo a la francesa, que "debe cortar cabezas" (palabras de Paul Quilés, ministro de Urbanisino).

Esta unión del partido, y de la mayoría, para respaldar al Gobierno, Jospin la decretaría si fuese necesario, porque el imperativo es ganar en 1986. Pero no evitará los juegos propios de un congreso de antemano, ya se sabe que la fracción llamada mitterrandista cuenta con el 77% de los votos de los militantes que han aprobado su moción, fundada en una política económica de rigor; esta corriente gubernamental agrupa también a los partidarios del ministro de Agricultura, Michel Rocard, y del primer ministro, Pierre Mauroy. La segunda fracción es la de Jean Pierre Chedenement (18%, de los votos), considerada como el ala izquierda del partido y favorable a "otra política" económica, fundada en el crecimiento; una tercera corriente (5% de los votos) integra a neorrocardianos, partidarios del rigor económico a largo plazo.

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