Caso de machismo

En varias ocasiones le he oído y le he leído a usted proclamarse feminista sincero. Por ello estoy segura de que comprenderá que, como mujer y escritora, reivindique mi nombre, omitido -igual que todos los femeninos- en la enumeración de colaboradores de la revista Nuevo índice, recién desaparecida, que se hace en EL PAÍS el 13 de los corrientes, en nota bajo las iniciales C. G.En las diferentes etapas de dicha revista, entre 1952 y 1981, he publicado en ella numerosos trabajos, algunos con la extensión de ensayos breves y casi todos ellos apreciados favorablemente por sus lectores, según me consta. En cuanto a la filiación ideológica, que sin duda ha determinado la selección de autores citados por haber sido acogidos liberalmente por el director de índice en tiempos difíciles, como lo fui yo misma, es bien conocida como inequívoca e invariable, antes, durante y después de nuestra guerra civil, cuyo resultado me situó entre los vencidos, y, por tanto, en el exilio interior durante muchos años de ostracismo social, inhabilitación académica, discriminación profesional en la censura y otras penalidades personales y familiares que omito.

Le aseguro que no tengo manía persecutoria -aunque dicen que cuando existe siempre es con razón- y que tampoco me preocupan las conspiraciones de silencio, aunque las hay, sin duda. Pero en este caso de machismo siento herida mi dignidad o, si se quiere, mi pequeña vanidad. ¿No cree que las mujeres también tenemos derecho a la una y a la otra?