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LA LIDIA / ZARAGOZA

La falta de seriedad

Ayer en Zaragoza no había toreros de tamaños honores, aunque sí de apasionados calores. Lo mejor que le puede pasar aquí a un torero es que le echen un toro al corral, como le pasó el día anterior a Juan Ramos. Bien está ante la adversidad alentar y dar moral cuando hace falta, como en este caso fue al diestro de Cimballa; pero de ahí a jalearle cuantos defectos tuvo, media el gran abismo del engaño.Una oreja le regalaron en su primero por torearle mal. Y era en su segundo, cuando con estruendosos olés el gentío jaleaba unas garrafales verónicas. El diestro tampoco supo entender a su segundo, que tuvo sus problemas.

Raúl Aranda, que el día anterior había dado síntomas de merecer atención, estuvo sumido en la vulgaridad. Muy entero le llegó su primero a la muleta. Desconfiado y con el consabido pasito atrás ligaba pases como podía y ni una sola vez se dobló. Le soltaron el cuarto de la tarde, que era inválido, y lo sustituyeron por el sobrero que también lo era, así que la suerte para Aranda era la misma.

Plaza de Zaragoza

15 de octubre. Séptima corrida de feria. Más de tres cuartos de entrada.Cinco toros del Conde de la Corte, bien presentados, con trapío, asticinos y flojos, y uno de Manuel Benítez, lidiado como sobrero, flojísimo y descastado. Raúl Aranda, saludos con algunos pitos y saludos tercio. Justo Benitez, una oreja de regalo y silencio. Juan Ramos, una oreja de regalo y palmas.

Un toro que entraba bronco y descompuesto a la muleta le tocó como primero a Justo Benítez.

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