Israel considera que es un golpe de efecto psicológico
El próximo despliegue en Siria del nuevo misil soviético SS-21 no ha suscitado excesiva conmoción en los medios militares israelíes. En estos medios, la noticia ha sido acogida con frialdad y circunspección. Mantienen que tendrá más efectos psicológicos que militares.Los expertos militares, naturalmente, son conscientes de que los misiles SS-21 -cuya precisión es notable- pueden alcanzar en profundidad territorio israelí y amenazar importantes objetivos estratégicos, como el puerto de Haifa. Los periódicos hebreos, por su parte, reservaron su primera página de ayer para esta noticia.
Según la opinión de la mayor parte de los expertos militares israelíes, el despliegue de los nuevos cohetes soviéticos, si es que se realiza, pretende crear más bien un impacto psicológico, ya que dudan que sean utilizados contra Israel en una eventual guerra.
Dichos expertos recuerdan que Siria posee desde 1967 misiles soviéticos tierra-tierra, entre ellos el Skad con un alcance de 480 kilómetros, pero no fueron empleados durante la guerra de octubre de 1973.
Los sirios saben, en opinión de las mismas fuentes, que el lanzamiento de un cohete contra ciudades israelíes provocaría inmediatamente represalias israelíes devastadoras contra la capital, Damasco, y otras ciudades sirias.
"Los sirios son muy belicosos en sus discursos, pero sobre el terreno se muestran muy prudentes", ha confiado a este periódico un oficial superior israelí, destinado en el Ministerio de Defensa.
Además, los soviéticos no han dejado nunca a los sirios el control de sus misiles tierra-tierra. En este contexto, queda excluido en opinión de los referidos expertos, que la URSS confíe los SS-21 a los militares sirios, sin reservarse el derecho de decisión operacional. Es menos probable aún que los equipen con cabezas nucleares.
En resumen, los generales israelíes están convencidos de que estos cohetes superperfeccionados pretenden ser un arma de disuasión, respecto a Israel, y un arma psicológica con relación a Estados Unidos para dejar clara la voluntad soviética de no abandonar a su destino a Siria y a sus aliados en Líbano, frente a la creciente intervención norteamericana al lado del Gobierno de Amin Gemayel.
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