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Suecia y Yugoslavia ganaron los premios Italia de música

El juego titulado Lo poco que recuerdo, de Ivana Trisic, presentado por la radio yugoslava, y la fantasía Gustavo III, de Inger Aby, de la radio sueca, han sido proclamados premios Italia, 1983, por las especialidades musicales de radio y televisión, respectivamente. El fallo fue hecho público el pasado fin de semana, durante la conferencia de Prensa celebrada en la cartuja de san Jerónimo, de Capri.

El premio de la RAI, no otorgado en radio, recayó, en TV, sobre la obra El ruiseñor, de Theo Loevendie y Hans Hulscher, producida por la radio holandesa. Una radiofantasía, de Mauricio Kagel, de la República Federal Alemana, y Mes de las máscaras, de Christiansen y Fitenborg (Radio Dinamarca) obtuvieron menciones.

El número de participantes ha sido este año menor en el apartado musical de radio, ya que sólo 18 creaciones se han disputado los tantas veces llamados "oscars de la radio y televisión", estos Premios Italia nacidos precisamente en la isla de Capri hace 35, años.

España ha participado por partida doble: con una pieza de Alfredo Aracil titulada Punta altiva, que presentó Radio Nacional de España, y con otra de José. Luis Turina, producida por la SER. Punta altiva es producto de un gran trasfondo cultural y manifestación de una refinada sensibilidad. Aracil, al buscar fórmulas no gastadas para abordar el drama musical radiofónico, ha logrado resultados interesantes y de gran belleza. De los textos de diversos autores, sea Milton, sea sor Juana Inés de la Cruz, según el tratamiento musical dado, trasciende un estilizado neobarroquismo capaz de sugerir, más que cantar, los grandes mitos y, concretamente, el de Ícaro.

Cuento fantástico

El compositor José Luis Turina ha creado su propio argumento y su texto original en la obra Sin orden ni concierto. Se trata de un cuento fantástico para mayores que utiliza procedimientos narrativos con reminiscencias infantiles. Tres personajes, el sonido, el metrómono y la batuta, discuten encendidamente sobre problemas de estética musical.Pocas veces la TV produce obras tan esplendorosas como Gustavo III, de Aby y Rangstrom. Se trata de contar, fantaseándolos, los últimos días de vida del célebre monarca sueco, muerto de un pistoletazo durante una representación teatral. La conjura sirvió de base a diversas creaciones literarias y musicales, entre las que ha quedado la ópera de Verdi Un baile de máscaras.

Uno de los aciertos de este Gustavo III televisivo es la huida de la música verdiana para acogerse al temprano dramatismo romántico del Orfeo de Gluck, cuya versión de música incidental se estrenó en Estocolmo antes que en París. Gustavo Vasa fue un hombre de cultura y, esencialmente, un hombre de teatro y los realizadores de la obra premiada lo han imaginado preparando la escenografía de su propia muerte.

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