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Reportaje:'Ahuas Tara II': ensayo general de una guerra contra Nicaragua / y 3

Los métodos represivos del Cono Sur llegan a Honduras

Un campesino hondureño se extrañaba días atrás de que los instructores norteamericanos llegados al país estuvieran impartiendo a los soldados, entré otras cosas, cursos de supervivencia en la selva. "Que nos pregunten a nosotros", añadió con socarronería, "llevamos años sobreviviendo sin tener qué comer". Con estas palabras describía literalmente una situación de hambre que no ha tardado en llamar la atencion de los boinas verdes.

El presidente Roberto Suazo admitió en su carta a Reagan que "la injusticia, social y el abuso de poder han estado subyacentes" en la convulsión centroamericana. Tradicionalmente, se ha creído que en Honduras no había cuajado ningún brote revolucionario porque no padecía desigualdades tan insultantes como sus vecinos.

Los hondureños hablan de "un reparto equitativo de la pobreza". Esto empieza a ser cada vez menos cierto. Analistas esiadounidenses se muestran alarmados ante el rápido deterioro económico. El dato más aterrador es que en la actualidad sólo un 25% de la población activa, según estadísticas oficiales, tiene empleo fijo de jorbada completa.El Gobierno reconoce que el ingreso per cápita de los campesinos (60% de la fuerza laboral) no llega a un dólar diario.

"Las medidas de austeridad", escribía Suazo, "están contribuyendo a aumentar el desempleo. Mucho tememos que, de continuar esta situación, se convierta en elemento, de desestabilización".

Repitiendo errores pasados, el Gobierno Reagan se muestra, una vez más, generoso en el campo militar, mientras regatea la ayuda económica. Las maniobras militares Ahuas Tara II son una prueba.

El otro sostén de los movimientos revolucionarios en Cenroamérica ha sido el abuso de poder. Honduras ha representado también en esto una relativa excepción, y no porque a sus militares les,haya faltado vocación política, ya que el Ejército profesional se creó en 1954 y desde entonces ha ocupado por 20 años el palacio presidencial. Ningún comandante de las fuerzas armadas se retiró sin haber ocupado la jefatura de Estado. Pero adoptaron siempre fórmulas de dictablanda, sin que la represión pudiera equipararse a la de Guatemala o El Salvador.

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El general Álvarez es, por ahora, la única excepción a la regla de los comandantes-presidentes, aunque un político hondureño decía al respecto: "¿Para qué necesita la presidencia si es; el que manda mientras se desgasta Suazo?".

De ser un Ejército conservador, pero escasamente ideologizado, ha pasado a convertirse, bajo la impronta de Álvarez, en una institución marcadamente anticomunista, que participa ya de algunos tics persecutorios de su jefe.

La formación argentina del general Álvarez, a comienzos de los años sesenta, parece, haber sido determinante en su formación ideológica. En las postrimerías del último Gobierno militar, como jefe. de la Dirección General de Investigaciones (DNI), importó agentes argentinos especializados en combatir a la guerrilla urbana.

Los métodos del Cono Sur no han tardado en aparecer: desapariciones, cárceles clandestinas, cementerios secretos y torturas. El número de desaparecidos séeleva a 57 antes de que el, Gobierno constitucional de Suazo toinara posesión en enero de 1982. Desde entonces ha habido 38 nuevos casos. El número de muertos por eXtralimitaciones policiales ascendió a 62 en el mismo período, 51 de ellos en lo que va de año.

El actual jefe de la DNI, mayor Juan Blas Salazar, ha admitido que mantuvo en su poder a 18 personas sin dar cuenta de ellos a los jueces. Algunos reaparecidos estuvieron en esta situación 35 días. "Es necesario defender la democracia", dice Salazar.

Esta creciente represión política, unida a la extrema pobreza de yorías, está, creando el caldo de cultivo para un brote insurgente, que, sin duda, no sería mal visto por Managua.

Sólo si Estados Unidos desoye el clamor por una ayuda económica más decidida y mantiene a todo trance el modelo militarista de Álvarez, podrían generarse unas, condiciones revolucionarias que hoy no existen, según reconoce la propia izquierda. Ahuas Tara II, con su derroche de material bélico, es todo un síntoma de que también ahora Washington prefiere enviar armas que fábricas.

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