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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una explicación necesaria

NICARAGUA CUENTA en España con amplios sectores que expresan su solidaridad y simpatía, no exentas de temores, al experimento revolucionario que derrocó a Somoza en nombre de las libertades. La política del Gobierno de créditos y ayuda a un pueblo que tanto ha sufrido es respaldada por una opinión amplia, sabedora de que una manera de luchar contra la penetración soviética en la zona es evitar que se produzca un aislamiento como el que sufrió Fidel Castro en Cuba. España es, sin duda, el país europeo que mejor percibe las condiciones tan difíciles por las que está pasando Nicaragua, las provocaciones internas y externas a las que está sometida. Estados Unidos está interviniendo cada día con más intensidad. No se trata sólo de los grupos armados que penetran en el territorio nicaragüense desde Honduras y Costa Rica, sino que ya han tenido lugar incursiones aéreas con el bombardeo del aeropuerto de Managua. Unidades de la flota y del Ejército norteamericano, con el pretexto de unas maniobras militares de un alcance sin precedentes, consolidan las bases externas de las operaciones armadas contra el Gobierno sandinista. Altos cargos del Pentágono han declarado que están dispuestos a hacer lo necesario para acabar con el Gobierno sandinista en un plazo de seis meses. Al mismo tiempo, hay evidentes signos de las dificultades con que tropieza internamente la normalización de un régimen democrático: las tensiones prosoviéticas de un sector de la junta, las ofensas que se hacen al pluralismo político y a la libertad de expresión, y la presión de Moscú y La Habana sobre Managua. Todo ello está creando un ambiente inevitable de nerviosismo y angustia. Es cada vez más difícil confiar en que las gestiones del grupo de Contadora, aunque tengan en apariencia todos los apoyos imaginables, logren soluciones de paz y la garantía de la independencia e integridad territorial de Nicaragua.Tal es el cuadro de fondo del descubrimiento en Costa, Rica de un compló encaminado, al parecer, a liquidar al antiguo comandante sandinista Edén Pastora, que dirige hoy a los grupos rebeldes que operan desde Costa Rica , y a desestabilizar incluso dicho país. En ese compló aparece complicado, por lo menos, un miembro de ETA, Gregorio Jiménez Morales, encarcelado actualmente en San José de Costa Rica. Otras noticias indican una cifra más elevada de detenidos. El punto más extraño, y que de confirmarse sería gravísimo, es que ese miembro de ETA ha sido enviado a Costa Rica desde Nicaragua.

El hecho de que antiguos militantes de ETA se encuentren en diversos países de América Latina es conocido. Hay una zona de confusión que separa y une a la vez los movimientos guerrilleros del Tercer Mundo con, las organizaciones terroristas y el bandidaje político de los países desarrollados. La inevitable suposición de que esta frontera confusa es además utilizada sabiamente por los servicios de inteligencia de países del Este ha sido puesta de relieve por personas tan poco sospechosas para nadie como el actual presidente italiano. En este marco de sospechas, ¿qué pueden hacer hoy en Nicaragua uno o varios miembros de ETA? No es fácil aceptar que se pueda tratar de personas que simplemente se han apartado de la acción terrorista; Nicaragua no es hoy el lugar más lógico para una persona que desea rehacer en el extranjero una vida normal. Por otra parte, el hecho de que Herri Batasuna se haya apresurado a enviar a dos de sus hombres más relevantes a Costa Rica para interesarse por Gregorio Jiménez parece indicar que, en efecto, no estamos ante el caso de un emigrado que una vez abandonado el terrorismo en España se encuentra sencillamente allí casi por casualidad.

La insuficiencia de datos impide tener hoy por hoy una opinión hecha. Pero algo serio está sobre el tapete y exige un esclarecimiento sin ambigüedades: la eventualidad de que ETA siga teniendo relaciones con países, con organizaciones que en la superficie mantienen con España relaciones amistosas. Sería un equívoco a estas alturas intolerable. Cabe imaginar que organizaciones revolucionarias que sostienen, o han sostenido, luchas armadas en condiciones radicalmente diferentes a lo que es España caigan en la trampa de confundirse sobre el carácter real de ETA. Pero el País Vasco no tiene nada que ver con lo que son situaciones como las de Guatemala o El Salvador. ETA no tiene nada que ver con un movimiento armado que lucha por la libertad, como los que pueden existir en América Central y en otros continentes. Es una banda de criminales que lucha contra la democracia en España, y en el País Vasco en particular.

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Lanzar sentencias y anatemas a partir de hechos no confirmados apenas conduciría a nada. Negar los hechos, tampoco. La respuesta de Felipe González a Fraga durante el debate en las Cortes sobre este problema fue por eso acertada. Lo mismo que es adecuada, y necesaria, la decisión del Gobierno de pedir la extradición de Gregorio Jiménez; si ésta se lleva a cabo, será posible mañana conocer la verdad. Pero desde ahora las buenas relaciones que España tiene tanto con Nicaragua como con Costa, Rica deben permitir explicaciones que vayan al fondo de la cuestión y un conocimiento real de los hechos. La opinión española tiene derecho al máximo de claridad.

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