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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El llanto militar

Es lo que Quevedo (que siempre se pasaba un poco, como buen barroco: barroquismo es pasarse) llamaba el llanto militar. Pero los militares no lloran y las mujeres no adulteran. O sea que los informadores de cuartel, patio de banderas o barra del Palace, lo llaman, en estos días, ruido de sables. Una licencia poética, como si dijéramos. Queda más literario, claro. La Historia tercermundista, que a ratos es la nuestra, suele consistir en una alternancia de ruido de sables, llanto militar y tam/tam de las cacerolas. Depende de que se exprese un barroco o un paisano. Los paisanos suelen ser mucho más barrocos que los barrocos. Los informadores, un suponer, que han hablado del cabreo militar. A mí el militar me parece una figura vertical y dandy que puede caer en guerra mundial, pero no en cabreo. El cabreo sólo es una cosa de funcionarios puteados y de cornudos. Lo del cabreo se lo habrá sacado algún informador mal informado que no ha leído a don Francisco. Don Francisco se lo dice mucho más fino al de Osuna, que era quien corría con la pasta: El llanto militar. Y viene Borges y se asombra de la expresión. Borges es un americano que se pasa la vida descubriendo periódicamente España, pues aún no ha somatizado el hecho de que fue España quien descubrió América. Y gracias al llanto o cabreo militar de Reyna Ysabel. Por cuenta del Banco Cantábrico, paseo en estos días la Galicia pluviosa, llorosa y autonómica, largamente, en la noche, junto a la dulcísima Carol Maier, yanqui de New Jersey, especialista en Valle-Inclán. Las yanquis siempre me han parecido las jais más sinceras/ sensibles del mundo, y quizá las últimas lincolnianas que todavía creen en Lincoln. Bueno, pues a Santiago aún llegan caracolas del cabreo militar de este verano, cuando el Apóstol y Don Juan Carlos se echaron unos párrafos, de tú a tú, qué menos. Lo cual que no puede ser. No creo yo que el llanto militar, hayan leído o no a Quevedo, en los cuartos de banderas, vaya a llorar por todo. Otra cosa es que en Valladolid, por estos días, se haya descubierto cantidubi de gomadós asignado a los grapos, quienes a su vez no están asignados a nadie. Daniela Romo, último descubrimiento de Hispavox, canta por sobre el supuesto llanto militar, y no se nos tiene que olvidar enviarle a la Carrero Blanco, née Alonso Saavedra, querido Pacordóñez, unas invitaciones para la muestra/Neruda del Exterior. Luego, José Luis Gómez (Jeannine, aIwais Jeannine) se lo monta de festejar el Teatro Español (inmueble), y yo introduzco en esta capital del dolor la música rota de Víctor Jara, por sobre el rumor de sables/cacerolas, mientras el Jazz Club nos devuelve el serpentón del jazz (música de cuando éramos los negros espirituales del franquismo) por la calle del Arenal. A lo mejor todo se hace, ya digo, por acallar el rumor de sables/cacerolas, que son alternativos, sí, en la Historia y en este momento democrático de España, aunque don Manuel y pico no se pronuncia. Así las cosas, el pico de don Manuel politiza la delincuencia común, pero ahí está, en Vallecas, el rey de los carteristas, recién retirado de su profesión liberal, esperando a los reporteros en la paz de la jubilación. El sofisma delincuencia común/democracia sólo puede deshacerlo un sofista tan autoproclamado y dotado como Fernando Savater, porque es un sofisma que ahora se usa mucho, por llenar la tregua, mayormente, cuando no hay rumor de sables ni de cacerolas.Mis duquesas han abierto sus salones. Rosalía Dans me ha abierto su estudio. Isabel II/Canal ha abierto sus esclusas. Septiembre vuelve a ser un sabor: Madrid. Castañeras de Mingote y liberalismo art/decó de Antonio Garrigues. Democracia con recargo, pero democracia. Carta del capitán Pitarch, sin llanto militar. Los militares no lloran. Eso se lo sacó Quevedo, que era de derechas.

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