Evitar nuevos accidentes
Los dictámenes realizados a partir del accidente del DC-10 en Málaga el 13 de septiembre de 1982, encaminados más a evitar la repetición de accidentes de aviación que a buscar responsabilidades, tienen una gran autoridad moral. Por ello se estima como seguro que, tras el dictamen de la comisión investigadora, se prohibirá el uso de recauchutados en las ruedas de los aviones, causantes ya de otros accidentes, aunque ninguno tan grave como el ocurrido en Málaga.La extraordinaria complejidad de la investigación comporta la averiguación exacta del estado, en el momento del accidente, de todas y cada una de las piezas del avión, lo que se logra gracias a las dos cajas negras del avión. Una, la voice recorder, que graba todas las conversaciones que se registran en la cabina de la nave, y la fly recorder, que registra el funcionamiento del avión. Ambas cajas negras -en realidad, son de color butano, para ser fácilmente identificables de entre los restos de un avión quemado, y soportan temperaturas de hasta 1.500 grados centígrados- fueron localizadas y manejadas como pieza fundamental por la comisión de accidentes. Una de ellas, la principal, la fly recorder, fue enviada, para ser descifrada, a la National Transport Board, de Seatle (Estados Unidos), ante la posibilidad -finalmente descartada- de que hubiera podido quedar dañada tras el accidente.
El DC-10 siniestrado en Málaga estaba asegurado por un consorcio encabezado por La Equitativa y por La Unión y El Fénix. Según un portavoz de Spantax, esta compañía percibió 4.300 millones de pesetas, mientras que alrededor de 1.000 millones de pesetas se distribuyeron entre los damnificados por el accidente. De ese total, La Equitativa corrió con unos 3.800 millones, y La Unión y El Fénix, con el resto, aunque en estas coberturas de riesgo tan elevado es normal que las compañías reaseguren a su vez las pólizas.
Fuentes oficiales manifestaron que Spantax no tiene nada que declarar por el momento en lo que respecta al accidente de Málaga, "por estar el asunto sub judice en cierto modo", y los principales directivos de la compañía, fundada en 1959 por Rodolfo Bay -un antiguo piloto de Iberia-, con un capital inicial de un millón de pesetas, prefirieron igualmente no conceder entrevista alguna, por entender que "no tiene sentido hacer recordatorios de acontecimientos desgraciados".
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