La cortesía de Truman

Por más que me guste leer su periódico a diario, el cual considero entre los mejores de Europa a nivel periodístico, me molestan sus repetitivas manipulaciones de los hechos siempre y cuando esto ayuda a desprestigiar la imagen de EE UU. El último ejemplo es el del editorial que trata de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Al igual que a usted y cualquier ser humano con mente sana, me repugna el uso de energía nuclear para fines militares. Sin embargo, es de mal gusto juzgar con parámetros de 1983 las decisiones del Gobierno de EE UU y del presidente Truman en 1945.La segunda guerra mundial en el Pacífico fue provocada y empezada por Japón: Pearl Harbour. Al llegar a 1945 esta guerra había crecido hasta unas dimensiones donde los bombardeos con armas convencionales mataban a diario a un nivel mucho mayor de lo que se podía esperar del efecto devastador de una bomba atórniza.

La guerra continuaba y era esencial un acto para terininarla.

Se equivocan al describir Hiroshima y Nagasaki como ciudades desmilitarizadas y con poblaciones civiles. Hiroshima fue el centro principal de la producción de armamento militar de Japón, y Nagasaki fue su astillero más importante. Le hubiera dado crédito a su editorial mencionar que EE UU, después de la experiencia en Hiroshima, y seguido por el silencio de la parte del Gobierno japonés, bombardearon Nagasaki millones de panfletos avisando -no, urgiendo- a la población de la ciudad de abandonarla ¡antes de una nueva prueba de esta arma de vastadora. Un notable acto de cortesía en esos días horribles y una clara prueba de que H. Truman no perseguía el genocidio. /