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Las bases en Portugal y la política africana, temas principales de la agenda de Eanes en Washington

El general Ramalho Eanes inicia mañana, en Washington, la primera visita oficial de un jefe de Estado portugués a EE UU. Aunque las visitas de Estado de los presidentes que no intervienen directamente en la gestión política de los respectivos países -y es el caso del general Eanes desde la reforma constitucional portuguesa de 1982- tienen un carácter más protocolario que político, la estancia de Eanes en Estados Unidos servirá para abordar temas de interés para ambas partes, entre los que hay que destacar la cuestión de las bases norteamericanas en Portugal y la influencia de Lisboa en África.El primero de los puntos tiene especial relevancia, dado que las negociaciones entre Portugal y Estados Unidos para la renovación del acuerdo sobre la utilización de la base aérea de Lages, en el archipiélago de Azores, que deben reanudarse este mes, estarán mezcladas con el deseo norteamericano de obtener nuevas facilidades militares en territorio portugués.

El presidente Reagan y los dirigentes norteamericanos tienen también por lo menos dos motivos de querer conocer más de cerca y personalmente al general-presidente portugués: su condición de militar y sus conocimientos personales de África, que ya le merecieron el apodo de El Africano.

Siempre atento a la situación interna de las fuerzas armadas de sus aliados europeos, Washington no puede ignorar las opiniones de un hombre que mantiene influencia y prestigio en un sector militar portugués cuyos sentimientos no coinciden completamente con los del primer ministro Mario Soares o con los del ministro de Defensa

En materia de política africana los jefes de Estado de las antiguas colonias portuguesas de África han reafirmado en varias ocasiones que consideran al general Eanes interlocutor privilegiado y uno de los políticos occidentales más capacitado para facilitar el diálogo entre los regímenes progresistas y la Alianza Atlántica.

Hace días, el secretario de Estado adjunto para los Estados africanos, Chester Crocker, hizo escala en Lisboa antes de emprender una visita a África austral y realzó la mejoría de relaciones entre Estados Unidos y Mozambique.

Mario Soares no ve con buenos ojos este viaje de Eanes, a quien acusa de tener pocas simpatías hacia los políticos en general, y hacia el propio líder socialista en particular, y de alimentar ambiciones personales que representan un peligro latente para las instituciones democráticas parlamentarias portuguesas. Soares, cada vez más abiertamente empeñado en disputar las elecciones presidenciales portuguesas de 1985, espera contar con el respaldo de Washington.

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