Después de las inundaciones

Una vez conocida la realidad de los hechos que la tromba de agua caída días pasados ha ocasionado en diversos puntos de la geografía nacional, inevitablemente surgen comentarios especulando sobre el desastre de toda índole y colorido.La gota de aire frío en las altas capas de la atmósfera ha venido a congelar por un momento la fogosidad con que normalmente se desarrolla la vida en el País Vasco. La inmensa lluvia caída ha apagado, por un momento, el exceso de fuego y llamas que permanentemente quema y destruye, en exceso, en el País Vasco.

No me cabe duda que el Estado arbitrará todas las medidas a su alcance para paliar, en la medida de lo posible, las enormes pérdidas económicas. Ya sé que nadie ha perdido más que los ciudadanos directamente afectados, que es imposible recuperar las vidas perdidas, incluso todos entendemos que no tenemos dinero suficiente para ponerlo todo como estaba. Pero quiero creer que todas las instituciones del Estado, que todas las comunidades autónomas, que todos los ciudadanos, en fin, estamos dispuestos a demostrar que en la medida de nuestras posibilidades no nos importa otro impuesto más. Éste, al menos, tendría la contrapartida de la satisfacción.

Si uno no hubiera vivido y trabajado en el País Vasco, si no hubiera analizado de una manera racional la dinámica de la sociedad vasca, si no tuviera una idea real del tantas veces cacareado problema vasco pensaría que cuando vuelva la sequía todo será diferente. /