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La economía chilena se ha atrasado respecto a la del resto de Latinoamérica entre cinco y ocho años

Joaquín Estefanía

La economía chilena se ha atrasado respecto a la de los países latinoamericanos entre cinco y ocho años en el periodo de Pinochet, afirmó ayer el economista Ricardo Ffrench Davis en su intervención en el seminario Iberoamérica, crisis financiera internacioal y perspectiva de la economía mundial, que se celebra en el palacio de La Granda, en Avilés (Asturias). Tanto Ffrench Davis como Hernán Cortés Douglas, el otro representante de la economnía chilena, calificaron de desastrosa la coyuntura de su país y afirmaron que su superación pasa por la normalidad democrática del proceso político.

ENVIADO ESPECIALFfrench Davis, director de la Corporación de Investigación Económica para Latinoamérica (Cieplan), explicó la herencia con la que se va a encontrar en el futuro inmediato cualquiera que asuma las riendas de Chile: una deuda externa de más de 17.000 millones de dólares, con un volumen del servicio de dicha deuda muy grande. "Ello tiene un elemento positivo", afirmó el economista, "y es que la parte de deuda externa que no tenga garantía pública no se va a poder pagar en las condiciones actuales y, por tanto, obligará a un proceso de renegociación muy distinto al usual".Otra herencia infortunada es la tasa de desempleo existente, que oscila entre el 25% y el 30%. "Suponiendo que se diese una fuerte reactivación que afectase a Chile, se podrían recuperar, en el mejor de los casos, 10 puntos de empleo, con lo que quedaría al menos otro 15% de parados estructurales".

Un sistema financiero intervenido, colapsado y quebrado en muchos casos y que requiere una profunda reestructuración y una balanza de pagos determinada todavía por una política muy liberalista de importaciones son algunos más de los puntos negros de herencia actualmente existentes en Chile.

Por su parte, el economista de la universidad Católica de Chile Hernán Cortés Douglas afirmó que "la situación económica actual de Chile es muy incierta, con una coyuntura muy deprimida y un nivel de endeudamiento extemo muy alto. Ni el sector privado ni el público están en condiciones de ser elementos dinámicos. Así pues, el futuro inmediato es de estancamiento y salida muy paulatina. La clave de ese futuro está dada por el desarrollo político que siga el país".

Hernán Cortés Douglas afirmó que "el modelo chileno se presenta como un ejemplo puro de libre mercado que establece una alternativa al intervencionismo y dirigismo, y cuyo éxito debería servir.de ejemplo para ser imitado por otros países. El colapso del modelo, en sus características macroeconómicas, se vierte en una reducción del producto del 14% en 1982, en una declaración de Ralf Luders, siendo ministro de Hacienda, de que sólo un tercio de la recesión chilena tendría origen internacional".

Un cierto optimismo

En el coloquio posterior a la intervención de los dos economistas (que tuvieron un marcado carácter técnico y poco ideológico), el profesor Luis Ángel Rojo, director del seminario, afirmó que, "después de oír estas intervenciones, no acabo de entender de lo que se trata en Chile. No entiendo por qué este modelo se presenta como monetarista o de liberalismo económico; es un modelo que se caracteriza por su incoherencia, ya que aporta libertad de mercado, excepto en el mercado de cambio, lo que mutila esta libertad".Ffrench Davis contestó a Rojo explicando que "el modelo chile no tiene una homogeneidad: la de que el mercado puede hacer mucho, casi todo; que va a ser transparente, equilibrado, que el mercado va a ser neutral, sin preferencias. La excepción efectiva es la del mercado de trabajo, que está intervenido por unos sindicatos reprimidos; otra excepción es la del mercado del cambio". Rojo reiteró que "un modelo que se dice liberal pero que interviene en el mercado del trabajo y en el mercado del cambio no es liberal".

En otra sesión del seminario intervino el economista mexicano Víctor Urquidi, presidente de la Asociación Internacional de Economía, que habló de las Perspectivas económicas latinoamericanas en la década de los ochenta. Urquidi sorprendió por el tono más bien optimista de sus análisis. El economista mexicano afirmó que, desde un enfoque global del endeudamiento exterior latinoamericano, "no se puede ser más que pesimistas, pero si se estudia caso por caso, se ha de sermás optimista, sobre todo si se produce la recuperación económica en los países de la OCDE".

Urquidi, al describir las perspectivas de la región latinoamericana, afirmó que no existían posibilidades a corto plazo para que se consoliden los instrumentos de integración de la zona.

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