Negociaciones decisivas entre el Gobierno salvadoreño y la guerrilla para concluir la guerra
Las negociaciones para poner término a la guerra civil salvadoreña entran esta semana en una fase de aceleración con las entrevistas que representantes de la guerrilla van a sostener con el presidente de la comisión gubernamental de paz, Fernando Quiñones, y el embajador especial norteamericano, Richard Stone. La primera estaba concertada para ayer en Bogotá, en tanto que no se ha revelado el lugar ni la fecha exacta de la segunda.
Las autoridades de San Salvador han reiterado que no se trata de negociar con los rebeldes un reparto del poder, sino simplemente de establecer un adecuado marco de garantías para que la izquierda pueda participar en las elecciones anunciadas en principio para el próximo mes de diciembre.Este planteamiento es insuficiente, a juicio de la guerrilla, para quien todo proceso electoral sin una reforma a fondo de los aparatos de seguridad no pasaría de ser una nueva farsa para engañar al electorado. En estas condiciones, el diálogo resulta forzosamente difícil, pero supone en sí mismo un avance sobre actitudes anteriores. No hace aún muchos meses el Gobierno de San Salvador se negaba a admitir otra cosa que no fuera la rendición de los alzados en armas.
En la capital colombiana se aseguraba que el presidente Belisario Betancur actuaría como intermediario de la reunión, en un papel que ya jugó el pasado 31 de julio con motivo de la primera entrevista que mantuvieron Rubén Zamora, por parte de la oposición salvadoreña, y Richarda Stone. Para esta ocasión, el probable representante de la guerrilla será Mario Aguiñada, vinculado a una de las organizaciones combatientes.
El embajador especial estadounidense inició por su parte en Tegucigalpa la tercera gira centroamericana, que le llevará en segundo lugar a San Salvador, donde tendrá oportunidad de conocer los resultados de la reunión de Bogotá antes de encontrarse personalmente con una comisión de la izquierda salvadoreña.
Político de trayectoria conservadora, vinculado a los intereses del Gobierno guatemalteco del ex presidente Romeo Lucas y fuertemente criticado por los senadores liberales a raíz de su nombramiento, Stone ha sorprendido a casi todos por su actitud dialogante. Los mexicanos han dicho de él que es un hombre pragmático, que sabe escuchar y que intenta acercarse a la realidad sin prejuicios.
Su misión tropieza, sin embargo, con problemas que parecen casi insolubles. Por una parte, el encargo presidencial le privó expresarnente de toda capacidad negociadora en nombre de Washington, limitando su campo de acción a una tarea mediadora entre el Gobierno de San Salvador y la guerrilla.
Ésta rechaza tal pretensión norteamericana, ya que no puede reconocer el papel de mediador a quien está directamente involucrado en el conflicto armado que tiene lugar en el país.
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