Éxito del Gobierno polaco por la entrega voluntaria de un dirigente de Solidariadad
Las autoridades polacas han conseguido un golpe propagandístico importante, en vísperas del tercer aniversario de la firma de los acuerdos de Gdansk: ante las cámaras de televisión apareció Wladyslaw Hardek, uno de los cinco dirigentes nacionales del sindicato clandestino Solidaridad, que se presentó a las autoridades y decidió acogerse a la amnistía tras renunciar a la lucha ilegal.Hardek era uno de los cinco dirigentes clandestinos de Solidaridad, de la Comisión Coordinadora Provisional (TKK), que a lo largo de los meses de la ley marcial habían firmado las convocatorias de huelga y manifestación desde la clandestinidad.
Sin llegar a alcanzar la fama del líder de la región de Varsovia, Zbigniew Bujak, o el de Gdansk, Bogdan Lis, Hardek ocupó un puesto destacado en la época legal del sindicato independiente Solidaridad en la región de Cracovia y como presidente de la organización de la siderurgia Lenin, en Nowa Huta.
Tras la declaración del estado de guerra, el 13 de diciembre de 1981, Hardek organizó la huelga de tres días en la siderurgia Lenin y luego pasó a la clandestinidad, donde llegó a ser uno de los cuatro líderes de la TKK clandestina, número que luego se amplió a cinco.
El martes por la noche, en el telediario de mayor audiencia, un presentador, especializado en estos casos excepcionales, anunció que también personajes destacados de la clandestinidad se acogen a la ley de Amnistía. Hardek, de unos 40 años, ligeramente calvo y con gafas de sol no muy oscuras, compareció tras una mesa en la que había tres cuartillas.
Con tono monocorde y la mirada baja, Hardek leyó una declaración en la que explicó su decisión de "dejar la actividad clandestina y entregarme. No oculto que fue una decisión difícil, pero fue meditada a fondo".
Después siguió una argumentación en la que el ex dirigente clandestino se distancia de su actividad y reconoce que "el camino emprendido, considerado justo, produce daños. Las acciones de protesta provocan discrepancias entre los colegas de trabajo y la división en la sociedad, perturban el orden en las ciudades, causan considerables pérdidas materiales y morales y llevan a los jóvenes impulsivos a correr riesgos, por eso considero inoportuno continuar la actividad clandestina".
Hardek pidió calma y se dirigió a sus antiguos compañeros de la TKK para que consideren el futuro de su actividad y "no se dejen llevar por las emociones".
Finalmente, el que fuera uno de los cineo hombres más buscados del país; apeló a todos y, especialmente, a sus colegas de trabajo de la siderurgia Lenin para que reconsideren sus posturas ante las consignas de la clandestinidad.
Con el golpe de presentar a Hardek, la propaganda del régimen polaco intenta conseguir un efecto desmovilizador cara a las posibles acciones con motivo del tercer aniversario de la firma de los acuerdos de Gdansk, el próximo 31 de agosto, que dieron origen al sindicato libre Solidaridad.
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