La 'Carmen' de Gades llevó a Santander el recuerdo del éxito de 'Bodas de sangre'
El recuerdo de Bodas de sangre, representada en Santander hace varios años por el ballet de Antonio Gades, estuvo presente durante toda la noche del martes entre el numerosísimo público que llenaba por completo la plaza Porticada (véase la segunda edición de EL PAIS de ayer) para presenciar la versión de la ópera Carmen, escrita por Próspero Merimée y musicada por Bizet, realizada por Gades y Carlos Saura.
Cuando, ya en la madrugada del miércoles, Carmen-Cristina Hoyos culmina su trágico, destino a manos de José-Antonio Gades, mientras se escuchaban los últimos compases de la música de Bizet, el público, puesto en pie, dedicó al ballet una de las ovaciones más intensas y largas de esta edición del Festival Internacional de Santander (FIS).Si algún defecto cabría achacarle al ballet montado por Gades y Saura sobre la base de la ópera francesa -aunque también podría considerarse como un acierto-, es el de recordar, en algunos pasajes, el montaje realizado en su día en torno a la obra de Federico García Lorca Bodas de sangre. El contrapunto del flamenco, rompiendo o reformando las secuencias trágicas de Carmen, ayuda a esa comparación en la que sería difícil afirmar cuál de los dos montajes sale favorecido. No obstante, la fuerza trágica de la conocida ópera, su planteamiento de irreversibilidad del destino, conjuga perfectamente con la música de una Andalucía trágica y determinista que Lorca supo tan bien captar.
Todos los elementos del montaje, argumentales, coreográficos y de dirección, apoyados por el espacio escénico diseñado por el pintor Antonio Saura al servicio de la sencillez y del efectismo plástico, refuerzan la españolidad de la Carmen ideada por Merimée, aunque Gades-Saura se permitan en algunos momentos el distanciamiento crítico de la España de la charanga y pandereta, de toreros y manolas, como arquetipos estereotipados de una realidad más compleja. En ese marco, la música enlatada de Bizet, una grabación dirigida por Thomas Schippers con las voces de Regina Resnik, Mario del Mónaco y Tom Krause, es una servidumbre obligada por razones técnicas, pero que resta fuerza y frescura al montaje.
El ballet de Antonio Gades se conocebien entre sí, y eso se nota en escena. Cristina Hoyos, la Carmen, es la perfecta representación de esa española gitana, cálida y temperamental, que llega de Francia de la mano de Merimée y Bizet. Gades-José se prodiga lo justo en un montaje que tiene mucho de coral. Su excelente interpretación no se vio mermada por la lipotimia que en los ensayos de la mañana le dejó sin sentido, producto de la tensión y de un pequeño incidente ocurrido al ensayar la lucha con bastones con el marido y golpear accidentalmente a éste.
Babelia
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