La capital del turísmo religioso mundial
Capital del turismo religioso mundial. Éste es uno de los títulos profanos que se ha adjudicado a esta pequeña ciudad de menos de 20.000 habitantes, que abriga el más importante santuario mariano del planeta y que recibe más de cuatro millones de visitantes al año.La ciudad ocupa en Francia el segundo lugar, después de Niza, en cuanto a capacidad hotelera (más de 400 hoteles se apiñan en las callejuelas empinadas de Lourdes). Ocupa la misma clasificación, tras París, en lo que se refiere a llegada de vuelos charter.
La frialdad de las cifras oculta, sin embargo, una realidad. En Lourdes coexisten dos mundos dispares: la ciudad y el santuario. Los mercaderes del templo tienen millares de pequeñas tiendas en las principales arterias que llevan hacia el santuario, y en ellas se amontonan millones de objetos religiosos, la Imayoría y de dudoso gusto estético y religioso. Desde las pequeñas imágenes fluorescentes de la Virgen hasta bidones de todos los tamaños y precios para recoger el agua al pie de la gruta donde Bernadette Soubirous vio a la Señora hace 125 años.
Los peregrinos pueden comprar desde una medalla por 15 pesetas hasta lotes preparados que por menos de 2.000 pesetas ofrecen hasta 15 objetos religiosos. Gastan por término medio unas 1.000 pesetas por persona, lo que arroja una cifra de negocios anual superior a los 4.000 millones de pesetas.
Son cifras aproximadas, porque pocos son los mercaderes que presentan claras sus cuentas a causa de los impuestos. Se dice que Lourdes es una especie de micro clima fiscal y financiero en el que el dólar es pagado por debajo de su cotización oficial.
Llegó la crisis
Pero a este mundo le ha llegado la crisis. Las cifras de negocios con relación al precedente año han bajado en torno al 2530%. Esperan que la visita del Papa mejore a medio plazo la situación. La anulación de la que estaba prevista en julio de 1981 dejó sin vender banderolas, platos o llaveros que ahora, por fin, han podido sacar a los escaparates.
Para evitar que se les acuse de mercantilismo, los comerciantes decidieron cerrar sus establecimientos durante la estancia del Papa polaco. Pero más de un empleado confiesa a los periodistas que esta medida se debe más bien al miedo de que la multitud saquee los establecimientos.
La visión de un Lourdes ruidoso, cambia al llegar al otro mundo, el santuario. A él acuden anualmente 70.000 enfermos que pagan en los centros hospitalarios 1.000 pesetas por cama. Los mercaderes del templo tienen el acceso cerrado al recuerdo más codíciado. El agua de la gruta es gratuita. Lo único que se venden son velas y,folletos con oraciones.
Filas de tullidos arrastrados en camillas o sillas de ruedas son llevados poy voluntarios a cumplir los diversos ritos de la peregrinación: el vía crucis, las misas, la inmersión en pequeñas piscinas de fría agua cuyo aspecto al menos a primera vista, no se puede decir que sea precisamente un prodigio sanitario. Sin embargo, la esperanza de una curación es más fuerte.
El presupuesto del santuario es estimado en unos 800 millones de pesetas anuales. Los ingresos proceden, fundamentalmente, de donativos, las misas encargadas por los peregrinos y las ventas de velas y folletos. La crisis ha afectado menos a este otro mundo de Lourdes.
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