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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los equívocos de Chad

LA SITUACIÓN militar en Chad es equívoca, como lo es la definición política de su guerra civil internacionalizada. Durante la primera parte del mes pasado, las fuerzas del presidente rebelde, Gukuni Uedei, lanzaron una ofensiva que pareció tener amenazada directamente la capital, Yamena; pero una contraofensiva del presidente ejecutivo, Habré, dio aparentemente la vuelta a la situación con la conquista de la ciudad clave de Faya-Largeau. Ahora bien, esta contraofensiva puede acabar precisamente con las fuerzas gubernamentales, cercadas en esa ciudad y en sus proximidades y sometidas, según parece, a unos intensos bombardeos que, según denuncia de Habré -y mentís de Trípoli-, está realizando la aviación libia directamente. Por eso las dos grandes facciones de esta larga guerra están anunciando simultáneamente su victoria y la posibilidad de que el contrario se rinda en un plazo muy breve.Pero Habré pidió ayuda urgente, y la pide a Francia en virtud del tratado de ayuda mutua, además de a los otros países de la OUA que le sostienen. Hace apenas un año, la ayuda militar francesa se prestaba también a Chad, pero en el otro sentido: el rebelde era Habré y el presidente establecido y ayudado era Gukuni Uedei. Este mismo presidente estaba impuesto, por la OUA, que ahora le combate, y seguía un plan de paz general determinado por el organismo internacional, hasta que en junio de 1982 tuvo que huir, desplazado por las fuerzas del Norte que dirigía Habré, el cual formó su propio Gobierno. Y dio garantías al mundo de que Libia no volvería a intervenir en los asuntos de Chad. Que, evidentemente, no son sólo los asuntos de Chad, sino los del grupo de países que le rodean: Libia, Níger, Nigeria, Camerún, la República Centroafricana y Sudán. Además del enorme interés de Egipto. Chad, por tanto, se ha convertido en una barricada frente a Libia, en la que no solamente están presentes los países limítrofes, sino algunos como Zaire -que mantiene una fuerza de 2.000 soldados a favor de Habré- y de países como Senegal o Costa de Marfil, que dentro de la francofonía han insistido sobre Mitterrand para que haga una intervención activa del lado que ahora es el gubernamental. El lunes pasado, Francia ha tomado la decisión de enviar urgentemente baterías de misiles antiaéreos para ayudar a las fuerzas cercadas a defenderse del asalto de los aviones libios, pero no va a mandar su propia aviación, que podría ser utilizada para atacar directamente a Libia y envolver a Francia en una situación difícil. Por su parte, Estados Unidos envía a su vez urgentemente ayuda a Habré, acompañada por las palabras rituales de durísima condena contra Libía.

Hay un hecho que parece evidente: si Libia se emplea a fondo en esta cuestión, o compromete parte de su fuerza, la guerra civil está claramente decidida en favor de Gukuni Uedei, por lo menos -como todas las situaciones en ese país desde que comenzó su llamada independencia- mientras Habré recompone su poder desde cualquier país vecino. Hay una especie de deseo de que Libia, en efecto, inicie una acción muy visible, lo cual justificaría una intervención exterior mucho mayor que la actual y lo que se llama una, internacionaliz ación de la guerra, aunque la realidad es que no ha dejado de estar internacionalizada jamás y la independencia de Chad no ha existido nunca en estado puro. Parece que la intervención libia está relativamente medida: Gadafl lleva un juego muy cauto de aceptación por otros países -sobre todo después de su visita a Rabat- y parece tener ya la seguridad de que Reagan no espera más que un movimiento en falso para atacarle directamente.

La equívoca situación militar mezclada con las ofensivas verbales y las proclamaciones mutuas de victoria definitiva puede dar la sensación errónea de que la guerra está a punto de terminar. Probablemente se trata de una forma de guerra permanente como las que existen en otros lugares del mundo, una guerra de dependencia de situaciones generales, bajo la cual el país se desangra, se destroza, sin ninguna perspectiva de paz real en el porvenir.

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