Fin de los incendios en Cerdeña y polémica en Italia sobre la protección civil

El gran incendio de la isla italiana de Cerdeña, por el momento, ha sido dominado. No llegaron los aviones franceses, pero sí los alemanes occidentales y norteamericanos. El ministro de la Protección Civil, Loris Fortuna, ha confesado que Italia no está equipada para estas emergencias. Sobre todo de personal.Pero si en Cerdeña la situación está bajo control, por el momento, el fuego sigue golpeando en otras partes de la península italiana. La situación es grave en Calabria. Tras haber ardido el centro histórico de Santa Catalina de Jonio, donde 60 familias que se han quedado sin casa han sido alojados en conventos, ahora otros siete incendios amenazan Pietra Pennata, Popillo, Pronia y S. Giovani en Regio Calabria.

Pero también en Toscana las llamas se enfurecen cerca de Florencia, como en la zona de los alrededores de Nápoles, donde el fuego está haciendo destrozos en Monte Faito. Y, desde el lunes, las Ramas han explotado también en la isla de Ischia.

Mientras tanto, se discute sobre el posible carácter terrorista de muchos de los incendios, sobre todo los de Cerdeña. Se habla de una acción de los grupos terroristas separatistas. De hecho, los primeros incendios aparecieron simultáneamente el mismo día.

La policía ha recogido pasquines en los que se dice "O Rafael Cutolo sale de la cárcel de Asinara o la isla de Cerdeña seguirá ardiendo". No sólo han sido detenidas numerosas personas en el momento de prender fuego a los bosques, sino que algunas emisoras clandestinas incitan a seguir haciéndolo y hasta un guardia forestal ha sido víctima de los tiros de uno de los provocadores.

De cualquier modo, es muy posible que este multiplicarse de incendios en Italia tenga orígenes diversos: van desde el calor increíble que se ha abatido sobre Italia hasta intereses maflosos, la exaltación calenturienta de los pirámanos que han encontrado un terreno fácil y la misma especulación municipal.

De lo que no cabe duda es que muchos de estos incendios, con sus consabidos destrozos, habrían quedado muy limitados si el país hubiese contado con una prevención y una estructura de protección civil modernas y ágiles. Y se hubiesen ahorrado, sobre todo, muertos y heridos.