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Inesperada marcha atrás de Marruecos en la negociación del acuerdo pesquero

Las negociaciones hispano-marroquíes sobre pesca y cooperación, que parecían encontrarse desde el viernes pasado en una fase final en la cual el acuerdo se creía prácticamente listo para la firma, tomaron ayer sábado un inesperado sesgo que obliga a contemplar seriamente la posibilidad del amarre de la flota española que opera en aguas marroquíes.

Cuando faltan sólo unas horas para que expire la prórroga de seis meses concedida para negociar este acuerdo, las últimas dificultades surgidas parecen estar relacionadas con la imposibilidad en que se encuentra la delegación española de saber cuándo un obstáculo de la negociación ha sido superado o no.Ayer sábado, el embajador español en Rabat, Raimundo Bassols, se reunió por la mañana con el ministro marroquí para Asuntos Económicos, Taieb Bencheij, quien, al parecer, volvió a poner sobre el tapete importantes puntos de vista sobre los cuales ya se había logrado en pasadas discusiones un acuerdo de principio.

Aunque los negociadores españoles, preocupados por no anticipar detalles que pudieran perjudicar la negociación, han rehusado precisar de qué aspectos concretos se trata, los replanteamiento s marroquíes parecen ser de tanta importancia que hicieron necesaria, ayer sábado, una consulta urgente de la delegación española al Gobierno, a través del ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán.

La delegación española consulta a Madrid

A la luz de las nuevas instrucciones que la delegación se ha visto obligada a solicitar, está reunida en pleno desde ayer, para redactar la nueva propuesta que debe presentar a la parte marroquí hoy, domingo, por la mañana, en la reunión que ha sido prevista para este fin. Lo desproporcionado de las exigencias marroquíes y su falta de correspondencia con la rentabilidad que debe tener para España el eventual acuerdo es lo que hace que no sea descartada la posibilidad de un amarre de la flota.El proyecto de acuerdo, tal y como estaba previsto antes de estas nuevas exigencias marroquíes -consistentes, en esencia, en pescar un 60% menos, pagar un 75% más y conceder la ayuda crediticia y financiera del orden de los 600 millones de dólares pedida por Marruecos-, estaba ya desprovisto de toda rentabilidad económica, y la pesca en aguas,marroquíes habría continuado solamente si el Estado aceptara asumir él mismo -y con él los contribuyentes- la mayor parte de los elevados y nuevos costes.

El Gobierno español transigió, al parecer, durante la negociación, debido sobre todo a la importancia del acuerdo para las importaciones y por las nefastas repercusiones electorales socialistas que podría tener el amarre de la flota de pesca que faena en aguas marroquíes, aunque de todas maneras ya se habían abandonado en parte los criterios económicos clásicos que deben regir toda negociación de este tipo.

Los Gobiernos anteriores, y en cierta medida el actual, le han concedido una especie de valor tautológico a la amenaza siempre latente de amarrar la flota. El Gobierno socialista, sin embargo, no parece convencido de la validez de ese criterio político aplicado a una negociación, sobre todo porque inu chos de los problemas pesqueros con que se enfrenta España en la actualidad, son la consecuencia de la irresponsabilidad de algunos sectores económicos que han ignorado todas las advertencias que se les hacían desde el Gobierno.

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