La flexibilización de la política monetaria de EE UU busca garantizar una recuperación mas firme de la prevista
El significativo giro en la política monetaria norteamericana, confirmado la semana pasada por el presidente del Sistema Federal de la Reserva (FED), Paul Volcker, en el curso de las sesiones legislativas para su confirmación en su segundo mandato para el cargo, persigue garantizar, aparentemente, una recuperación de la economía norteamericana que ya ofrece datos claros de ser superior a lo esperado. Según estadísticas hechas públicas el pasado jueves, el crecimiento de¡ Producto Nacional Bruto (PNB) estadounidense fue del 8,7% en el segundo trimestre del año. Al mismo tiempo, la inflación se mantuvo en el mes de junio (0,2%) por debajo de lo previsto, con una tasa de incremento de los precios al consumo de sólo el 2,6% en los últimos 12 meses.
La semana pasada fue prolija en noticias optimistas sobre la evolución de la economía estadounidense, de la que se espera que actúe como motor de la reactivación general. A las ya reseñadas hay que añadir el favorable impacto de las mismas en la Bolsa de Nueva York, que conoció el jueves una jornada de inusitada actividad. La subida en las cotizaciones de Wall Street era tan sólo un síntoma de la recepción agradecida de los inversores al cambio anunciado por Volcker en la política monetaria del FED. El todopoderoso presidente del banco emisor estadounidense confirmó la flexibilización de su política, consistente en ampliar el abanico del crecimiento de la oferta monetaria básica (M-1) durante el resto del año a una banda entre el 5% y el 9%.El crecimiento de esta variable en la primera parte del año había sido del 14% dentro de una política general de acompañar y garantizar la reactivación en curso. Meses antes, Volcker había advertido que este incremento no se podría permitir durante todo el segundo semestre y había limitado al 4%-8% el mencionado incremento, al igual que en la segunda mitad de 1982. El objetivo era no influir en la evolución de los tipos de interés, que habían alcanzado una zona bastante estable (el tipo preferencial -prime rate- se encuentra ahora en torno al 10,5%) para la política económica perseguida por el presidente Reagan.
El alcance de la recuperación
El mismo viernes, los datos semanales sobre el crecimiento de la oferta monetaria durante la semana que terminó el 13 de julio, ya confirmaban el cambio anunciado por Volcker. Según el FED, el aumento de la M-1 en dicha semana fue de 300 millones de dólares, cantidad que constrasta con la disminución de casi 1.000 millones de dólares que se esperaba. Esta reducción, ahora ya descartada, había hecho sospechar a algunos analistas que los tipos de interés podrían entrar en un momento de tensión, con incrementos indeseables en los próximos días.La mayor flexibilización de la política monetaria estadounidense parece ser un acontecimiento que, aunque diseñado el pasado verano por el propio Volcker, está recibiendo un apoyo general por parte de los analistas y expertos norteamericanos. La modificación consiste, fundamentalmente, en vigilar más la evolución de otras variables monetarias distintas a la básica M-1 (que refleja exclusivamente el dinero disponible de inmediato), debido a la complejidad cada vez mayor del sistema financiero norteamericano.
La duda que persiste ahora es hasta que punto esta política monetaria puede servir para garantizar una reactivación de la economía que es, por el momento, superior a la esperada. El propio presidente Reagan, al comentar los datos hechos públicos el pasado jueves, reconoció este hecho y aseguró que el objetivo primordial de su política económica es garantizar que este crecimiento sea sostenido, es decir que no sea sólo un fenómeno pasajero. Su principal asesor económico, Martin Feldstein, presidente del Consejo de Asesores, advirtió por su lado que habrá que vigilar estrechamente la evolución del producto nacional bruto.
El temor de muchos economistas es que la recuperación reactive a su vez las tensiones inflacionistas, lo que, de hecho, significaría implicar que un crecimiento desmesurado de la actividad económica es dañina hasta cierto punto para la situación global. Este temor no parece confirmarse, si se tienen en cuenta los datos de junio, con un aumento del 0,2% en los precios al consumo. En el período junio-junio, la inflación sólo apunta hacia un aumento del 2,6%.
Con todo, persiste una amenaza importante sobre la economía norteamericana. Se trata del déficit presupuestario, que se estima puede alcanzar los 200.000 millones de dólares a final del año fiscal. El Congreso presiona a Reagan para arremeter contra este problema por medio de una subida de los impuestos, algo de lo que todavía no está convencida la Casa Blanca.
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