Si Craxi forma Gobierno, será el primer político socialista italiano que lo consiga
El presidente de la República italiana, Sandro Pertini, encargó ayer tarde formar Gobierno al secretario general del partido socialista, Bettino Craxi, quien ha aceptado con reservas, según es tradición en Italia.
El encuentro entre Pertini y Craxi duró una hora. Al salir del coloquio, Craxi leyó una breve declaración en la que dio las gracias al jefe del Estado "por la confianza que me otorga", dijo, "en un momento tan delicado y complejo de la vida nacional".Craxi anunció que tratará de que la solución de la crisis gubernamental sea "rápida y convincente" y de que la mayoría parlamentaria que deberá nacer no sea "fruto de un frágil estado de necesidad". Pertini, por su parte, adelantó que el Gobierno que intenta formar Craxi es de centro-izquierda formado por los partidos democristiano, socialista, socialdemócrata, republicano y liberal y que esperaba que los nuevos ministros puedan jurar antes del 15 de agosto "para poder irse en paz de veraneo".
Esta es la segunda vez en la historia de Italia que un socialista recibe el encargo de formar Gabinete. La primera fue hace cuatro años, y también entonces el elegido por el actual jefe de Estado fue el mismo Craxi, quien se vio obligado a renunciar tras la dura oposición que le hicieron entonces democristianos y comunistas. Si esta vez, como todo hace prever, el líder socialista consigue formar Gobierno, se tratará del primer Gabinete de la historia moderna italiana presidido por un socialista.
Largo camino
El camino para llegar a esa posible presidencia socialista ha sido muy complejo. Desde hace seis años ha sido precisamente este líder socialista quien ha combatido duramente para convertir al pequeño partido socialista heredado de Pietro Nenni en una formación política capaz de recortar el poder de los dos grandes partidos: la DC y el partido comunista, que juntos reúnen más del 60% de los votos.Uno de los objetivos de Craxi ha sido siempre llegar a la presidencia del Gobierno, para poder proponer desde allí, con mayor fuerza, su iniciativa de proceder a una gran reforma institucional como condición indispensable para asegurar a Italia una mayor estabilidad política.
Las últimas elecciones no dieron al líder socialista el éxito que se esperaba. Pero al revés de la Democracia Cristiana (DC), que registró el mayor desplome de su historia, y del partido comunista, que con mucho esfuerzo consiguió sólo frenar la hemorragia de sus votos, el partido socialista aumentó, aunque moderadamente, su consenso electoral. Y así los socialistas se han convertido en el eje del equilibrio político, con el 12% de sus votos electorales. Sin el partido de Craxi hoy no es posible hacer ningún Gobierno.
La única alternativa en esta ocasión era formar un Gobierno sin la DC, como han pedido los comunistas a Pertini. Pero Craxi no ha aceptado.
Esto ha sido lo que empujó a los democristianos a no oponerse a una presidencia del Gobierno ocupada por un socialista. Sobre todo porque existía el peligro de que Pertini pudiese encargar a un independiente la tarea de formar un Gobierno sin la DC. La DC ha cedido a los socialistas la posibilidad de formar Gobierno cuando ya tiene la presidencia de la República. Pero hay quien piensa que Craxi deberá ir con cuidado porque la DC le pondrá cepos para después comérselo asado.
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