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Jaque a la muerte

El hecho de que los Comunes, una de las cunas del parlamentarismo europeo, haya rechazado tan categoricamente el restablecimiento de la pena capital, que ésta no se aplicará ni a los incursos en delitos de terrorismo (con todo y seguir abierta la sangrante herida del Ulster) precisa destacarse como merece. Gran Bretaña no podía, pese a todos los pesares, dar marcha atrás en sus métodos penales con el restablecimiento de una medida punitiva como la pena capital.Resulta un tanto paradójico, ciertamente, que mientras la Europa occidental, con la excepción de la isla mediterránea de Chipre, ha abolido la pena capital, que subsistió y se aplicó en la propia Francia hasta hace bien poco, las dos grandes superpotencias mundiales la mantengan en vigencia.

Por lo que a Estados Unidos se refiere, su particular legislación federal hace que unos Estados hayan mantenido la no aplicación vigente en el período de los años sesenta, mientras que otros la han restablecido. De todos modos, aunque los reos condenados a muerte se eleven a más de un millar, sólo se han practicado desde 1974 siete ejecuciones. No puede decirse igual de la Unión Soviética, donde se condena a muerte por fusilamiento un conjunto de delitos denominados sociales, que pueden ir desde las defraudaciones y la especulación al tráfico clandestino e ilegal de mercancías. Ahora mismo parece que se ha fusilado a tres oficiales por contrabando.

Sí cabe congratularse infinitamente de que la horca sólo subsista en Gran Bretaña como recuerdo. Y desear que el ejemplo que da la Europa occidental trascienda a otros países en los' que la pena de muerte no sólo perdura, sino que se aplica -por ejemplo, en el caso turco- con aterradora profusión.

15 de julio.

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