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Defensa y desarme en Europa

A propósito de las conversaciones sobre desarme, el autor sostiene que no por limitar el número de misiles y ojivas atómicas se limita el riesgo de confrontación. En su opinión, el único objetivo deseable es caminar hacia una verdadera opción cero, para la cual propone un proceso de desmantelamiento armarnentístico en tres etapas.

Ginebra, ciudad capitalina de una nación tradicionalmente neutral como Suiza, es escenario de las START, en las que se espera lograr antes de final de año un equilibrio armamentístico nuclear entre bloques, basado en una reducción de cabezas nucleares, y no en el número de misiles de alcance intermedio (IFN) e intercontinentales (ICBM), tal y como se propugnaba en las SALT.A los ciudadanos europeos que nos preocupa el tema, teniendo en cuenta que Europa sería el escenario o teatro de operaciones en un hipotético enfrentamiento entre bloques, y que está pendiente la instalación de los misiles norteamericanos Pershing 2 y Tomahawk, estas conversaciones entre norteamericanos y soviéticos nos parecen muy convenientes. Todo lo que contribuya a disminuir el riesgo de guerra nuclear, y consecuentemente de destrucción, es digno de tenerse en cuenta.

Sin embargo, una cosa es limitar el potencial bélico y otra cosa es creer que limitando el arsenal nuclear se disminuye el riesgo de una confrontación entre bloques. Honestamente, creo que eso es llevar interesadamente las cosas al terreno de lo simple, dejando de lado razones ocultas de estrategia bélica. No por limitar el número de misiles y ojivas atómicas se limita el riesgo de confrontación.

Los estrategas militares de uno y otro bloque no van a reparar, a la hora de pulsar el botón letal que desencadene el desastre, en que existe un equilibrio de armas nucleares. En pura estrategia de oportuno adelantamiento, intentarían causar al bloque oponente el mayor daño posible para estar en mejor posición, en una segunda oleada bélica, de iniciar otras operaciones militares que hicieran posible el logro de una victoria final.

De ahí que la concepción de la estrategia defensiva de la OTAN haya variado con el paso del tiempo. Primero fue la estrategia de defensa nuclear sin tener en cuenta para nada una guerra de medios convencionales y nucleares para responder a la posible agresión del Pacto de Varsovia. A partir de 1957 cambia nuevamente la concepción de estrategia defensiva, dado que los soviéticos comienzan a disponer de potencial nuclear susceptible de ser utilizado contra la OTAN y sus aliados. Se considera entonces que la respuesta flexible es la más idónea de las estrategias, utilizándose ante una agresión armas convencionales, armas nucleares de alcance intermedio (INF) y armas nucleares de carácter estratégico escalonadamente. La respuesta flexible sigue siendo válida, estimándose que en el escalón final las armas atómicas sean base fundamental para decantar, en caso de agresión, la victoria del lado occidental.

Un compromiso necesario

Todo esto constata, a mi juicio, que con el equilibrio nuclear no desaparece el riesgo de utilización de las armas nucleares en el caso de enfrentamiento entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. En todo caso, atempera ese riesgo. La estrategia militar siempre se ha basado en buscar la mejor oportunidad para, atacando al enemigo, lograr con el menor costo posible quedar en mejor posición para intentar la derrota final.

En una posible confrontación nuclear, que nunca estaremos en disposición de saber cuándo puede ser, es básico adelantarse al enemigo si se quiere ganarla contienda, aun cuando ganar suponga la destrucción de una parte del planeta; en el caso que nos ocupa, sería Europa la que quedaría totalmente destrozada.

El equilibrio real hay que buscarlo más en las armas convencionales, actualmente muy destructivas, que en el equilibrio de las armas nucleares, teniendo en cuenta que el Pacto de Varsovia es considerablemente superior a la OTAN en el número de las primeras. Estoy abogando, pues, por la desaparición de las armas nucleares y por el inicio de conversaciones que tengan como objetivo el equilibrio de armas convencionales.

A pesar de todo, y como mal menor, las START deben cuajar, en un primer paso, en la reducción de cabezas nucleares y su posterior desaparición.

Por ello, aceptando la lógica de las cifras en materia de reducción de armas nucleares, debe ser aceptada también la idea de que, mientras el mundo se divida en dos bloques (Este-Oeste), Occidente debe estar preparado para una eventual defensa de sus intereses como bloque. De ahí que defienda la existencia de la OTAN como bastión frente el Pacto de Varsovia y, consecuentemente, la disponibilidad de un potencial defensivo convencional, eliminando del horizonte las armas nucleares.

Las START deben contemplar no sólo la reducción de cabezas atómicas; deben también contemplar un compromiso ético-político entre ambos bloques que impida la construcción de más ingenios nucleares, como es el caso del misil norteamericano MX, con capacidad de transportar 10 cabezas y ojivas atómicas. La balística nuclear norteamericana actual, con los Pershing 2 y los Tomahawk, y la soviética, con los SS-20, SS-4 y S S-5, son suficientes para destruir al mundo civilizado.

Tres escalones

A mi juicio, unas conversaciones que verdaderamente quieran limitar, estabilizar o reducir el armamento nuclear deben tener como objetivo una verdadera opción cero, eliminando de ellas toda retórica política de buenas intenciones. Estas conversaciones deberían tener tres escalones, partiendo de la situación actual.

Aceptando las actuales cifras de misiles y cabezas nucleares, en el primer escalón debería conseguirse un acuerdo tendente a estabilizar los actuales ingenios atómicos.

El segundo escalón incluiría el acuerdo de desnuclearizar a toda Europa, a tenor de lo expresado en diversas ocasiones por países de uno y otro bloque. Así, en 1957, el ministro polaco de Asuntos Exteriores, Adam Rapacki, presentaba el plan de su mismo apellido, que incluía la desnuclearización de Europa central.

Entre los años 1960-1961, Suecia promueve el Club de Países sin Arma Atómica, que se llamó el Plan Unden. En 1978, el presiden te de Finlandia, Kekkonen, aboga ,por un acuerdo de limitación de armas atómicas en la región nórdica, que posteriormente ha ratifica do el actual presidente, Koivisto. En 1957, el presidente de Rumanía, Nicolás Ceaucescu, propone una conferencia para que los Balcanes sean desnuclearizados. Esta tesis fue apoyada por la URSS, ya que incluso aconsejó a Grecia no permitir en su territorio bases nucleares de la OTAN, de acuerdo con el memorándum Side Memoiride de 1959.

Esta propuesta se hizo extensiva por la URSS a Francia, Italia, el Reino Unido, Turquía y Estados Unidos. Incluso la ONU, en su resolución 33/91 E, de 16 de diciembre de 1978, coincide con la idea de emprender medidas a escala mundial que permitieran eliminar en la zona las armas nucleares respetando el estatuto sobre desnuclearización. En dicha resolución se prohibía utilizar o amenazar con el uso de armas nucleares a los Estados soberanos de la zona por parte de las potencias nucleares.

Consecuentemente con lo expuesto, defiendo la tesis de que Francia y el Reino Unido también deben contabilizar sus arsenales nucleares, junto con los de la OTAN, como vía para facilitar esa Europa desnuclearizada en las actuales START de Ginebra. Aun cuando Francia no es miembro de la OTAN, es una potencia occidental, y presumiblemente, en un conflicto de carácter nuclear entre bloques, los misiles estarían a disposición del sistema defensivo de la OTAN.

El tercer y último escalón consistiría en el desmantelamiento y destrucción progresiva de los misiles, con lo cual se haría efectiva la no presencia en toda Europa de armas nucleares.

En estas, utópicas hoy, conversaciones, que lógicamente serían mucho más amplias que las START, no sólo estarían soviéticos y norteamericanos. A la mesa de negociaciones deberían sentarse también todas las naciones europeas que forman parte de la OTAN y del Pacto de Varsovia, así como aquellas que mantienen una independencia respecto de uno u otro bloque, siendo estas últimas las que se deberían encargar de supervisar los acuerdos de desmantelamiento y destrucción con el patrocinio de la ONU.Armas convencionales

La defensa de los intereses europeos debe basarse únicamente en el uso de armas convencionales, iniciando con posterioridad conversaciones para lograr un equilibrio real de estas armas. La estrategia y táctica defensivas de uno y otro bloque no serían mediatizadas por el uso de los ingenios nucleares. La eficaz defensa de los intereses naturales de uno u otro bloque no nace fundamentalmente de la fuerza de las armas. Nace de la fuerza y capacidad dialécticas. La paz, esa bella y hermosa palabra, debe ser el objetivo común de todos los países del mundo, alejando del horizonte las perspectivas de una confrontación nuclear en nuestro continente. Una Europa libre de armas nucleares contribuirá poderosamente a equilibrar la diferencia entre Este y Oeste.

es senador del PSOE por Ciudad Real.

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