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Tribuna
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Todos contra Stampa

A las 12.13 horas de ayer, el fiscal elevaba las conclusiones provisionales a definitivas, a falta de los informes últimos de ambas partes. Es decir, para Rafael Escobedo Alday, único acusado, el ministerio público pide en firme dos penas de 30 años por dos delitos de asesinato, con los agravantes de premeditación, nocturnidad y morada propia (la de las víctimas), además de 20 millones de pesetas de indemnización.Para entonces, después de una discusión de casi dos horas sobre balística, Stampa se había quedado solo. Su extraordinaria habilidad de la primera ronda para derivar hacia un terreno estrictamente técnico -la relación angular de los casquillos acusatorios, la geometría del arma, etcétera- el grueso de la acusación contra Escobedo, ésta ha podido volverse contra su línea de defensa y debilitarla de forma decisiva.

El catedrático de Derecho Penal y criminalista de prestigio que es José María Stampa mostró conocimientos muy superiores a los del fiscal y llegó a confundir de tal forma a los funcionarios policiales en aquella primera ocasión, que el tribunal aceptó la propuesta del letrado de hacer una nueva prueba de balística -lo que significaba, de hecho, el rechazo del informe policial-, que es sobre lo que se discutió ampliamente en la sesión de la mañana de ayer. El contraataque de la policía como corporación y del departamento de Balística como unidad de elite fue feroz.

A pesar de su soberbia -"no hay en toda España quien esté en condiciones de contradecir a la policía; ni tampoco los peritos de la defensa, que saben mucho de tiro y de mecánica de armas, pero nada de balística identificativa", dijo el jefe del departamento de Balística-, los dos peritos policiales parecieron demostrar a la sala que la diferencia del arco que forman las señales que dejan en el culote del casquillo el percutor y el expulsor no son decisivas para conocer si dos vainas han sido percutidas con el mismo arma. Por la razón de que en dos casquillos disparados el lunes de la pasada semana con un arma similar a la utilizada para dar muerte a los marqueses de Urquijo (la prueba solicitada por Stampa) se encontró una diferencia de 28 grados.

La diferencia angular

Stampa había argumentado que entre uno de los casquillos percutidos en Somosaguas y otro encontrado en la finca de los Escobedo había una diferencia de 20 grados. Y había cargado la línea de la defensa en este extremo: más de 15 grados supone que hay dos armas distintas, argumentó el defensor la pasada semana, y para apoyar su tesis solicitó la prueba. No sólo le desmontaron su estrategia, sino que, además, los peritos de la defensa reconocieron lo peor: Stampa había medido mal la diferencia angular entre los casquillos de Somosaguas y los de la finca. No eran 20 grados, sino unos seis.

El letrado de la defensa se metió en un camino de difícil retorno al retar (éste fue el verbo utilizado por Stampa) a la policía en temas de balística forense. Y ahora, Escobedo, enhiesto aún entre dos guardias civiles con tricornio, aunque parece haber perdido algo de su casi insultante buen aspecto de los primeros días, puede tener más difícil su futuro. Aunque la última palabra la tendrá el tribunal que dicte sentencia. A la alta profesionalidad demostrada por el defensor y a su brillantez, le deberán, en cualquier caso, el tribunal, el fiscal, los 45 abogados con toga -ajenos a la causa y amontonados a ambos lados de los estrados-, el público presente y los consumidores de medios de comunicación sus conocimientos extras de balística forense e identificativa.

Es como si todos hubiésemos hecho un seminario monográfico. Incluidos los cinco magistrados que, en los momentos más intensos de la discusión -se diría con más propiedad que en un careo entre los peritos de ambas partes y, en concreto, entre el jefe del departamento de Balística, Francisco de Paula Ovando, y el abogado defensor-aguzaban los oídos y miraban a los expertos con el gesto de extrañeza propio de quien se entera de algo nuevo. Y, especialmente, el que el caso Urquijo esté devolviendo el interés por las causas penales.

Nuevamente, más de 200 personas quedaron fuera de la sala por falta de espacio, aunque éste se apuró ayer más que nunca desde que comenzó el juicio, el pasado día 21.

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