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El Gobierno no ha propuesto a la Cámara el debate sobre política exterior, según Gregorio Peces-Barba

La falta de un debate parlamentario sobre política exterior en el actual periodo de sesiones que concluye el 30 de junio, al que se había mostrado dispuesto hace unas semanas el presidente del Gobierno, Felipe González, tiene como causa "que no se ha recibido en la Cámara ninguna iniciativa del Gobierno en este sentido", según manifestó, a EL PAIS el presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba. En cuanto a la anunciada Interpelación de Manuel Fraga sobre política exterior, Peces-Barba señaló que tampoco había sido recibida por la Mesa del Congreso.

Por lo que se refiere a la capacidad constitucional del Gobierno para golicitar sesiones extraordinarias durante la etapa de vacaciones parlamentarias, por el momento las peticiones efectuadas por el Gabinete se refieren a la tramitación de materias legislativas, y concretamente al debate en el Pleno de los proyectos de ley sobre control de cambios, organización de la Administración Central del Estado y reforma universitaria, así como al estudio de muchos otros proyectos de ley en. las comisiones correspondientes. Al margen de esto, Felipe González manifestó el pasado 10 de junio, en los pasillos del Congreso, que le "encantaría" celebrar un débate sobre política exterior en el actual periodo de sesiones.El artículo 73 de la Constitución , tras fijar taxativamente como periodos ordinarios de sesiones los de septiembre a diciembre y febrero ajúnio, establece que "las Cámaras podrán reunirse en sesiones extraordinarias a petición del Gobierno, de la Diputación Permanente o de la mayoría absoluta de los miembros de cualquiera de las Cámaras". Por su parte, el reglamento del Congreso, en su artículo 61, repite en esencia lo especificado por dicho artículo y añade: "la Presidencia convocará la sesión extraordinaria si se le pide, de conformidad con la Constitución ( ... ), y de acuerdo con el orden del día que le haya sido propuesto".

Fuentes de la Mesa del Congreso mostraron su extrañeza ante las excusas gubernamentales para propici lar el debate en virtud de supuestas dificultades debidas al "calendario de trabajo" de la Cámara baja. "En cuanto al periodo ordinario, nada hubiera impedido que el debate sobre política-exterior, se celebrara en el Pleno que comienza mañana, y en cuanto al mes de julio, es el propio Gobierno el que fija, mediante su solicitud de sesión extraordinaria, dicho calendario", manifestaron.

Sólo el PCE insiste en el debate

Por otra parte, tampoco la oposición, con excepción de los cuatro diputados comunistas, parece mostrar gran entusiasmo por la celebración inmediata del debate sobre política exterior. La anunciada interpelación de Manuel Fraga no ha tenido entrada en la Cámara, en donde sólo queda pendiente sobre esta materia una interpelación del diputado comunista Horacio Fernández Inguanzo, que podría plantearse en el Pleno del Congreso que se inicia mañana, si así lo acuerda la Junta de Portavoces. En todo caso, algunos grupos de oposición, y concretamente el centrista, estiman inoportuno el debate en este momento y prefieren que se celebre en septiembre, a fin de poderlo preparar con tiempo suficiente.

El presidente del Congreso propondrá mañana a la Junta de Portavoces una fórmula para tratar de que los debates, en el Pleno ganen en actualidad. El trámite actual de las interpelaciones requiere quince días, como mínimo, para que puedan entrar en el orden del día de una sesión plenaria. Acogiéndose a las facultades de la Mesa para prorrogar o reducir los plazos reglamentarios, Peces-Barba propondrá que, en el caso de las interpelaciones, pueda bastar que se presenten con sólo cinco días de antelación.

A diferencia de las preguntas orales al Gobierno, que tienen un periodo dé tiempo muy reducido para su formulación y respuesta, las interpelaciones permiten un debate más amplio, ya que, además del interpelante y el Gobierno, y tras sus sendos turnos de réplica, pueden participar los portavoces de los restantes grupos parlamentarios. Es propósito del presidente del Congreso fomentar este tipo de debates intemedios entre la mera pregunta y el gran debate de largos discursos. La duración aproximada de una interpelación es de dos horas, y su único problema, que Peces-Barba desea subsanar, es que algunas interpelaciones se quedan viejas.

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