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El ascenso y la caída de Luis Ortiz

El empresario gallego Luis Ortiz, un hombre de fortuna considerable gracias a la venta de carne y la fabricación de unos populares azucarillos que acompañan las tazas de café de medio país, inició su fulgurante carrera dentro de AP durante la campaña para las elecciones al Parlamento de Galicia, en octubre de 1981. Él fue, junto con Manuel Fraga, el galego coma ti, el verdadero artífice del primer triunfo de AP. Organizó el partido en las cuatro provincias gallegas, financió lo que pudo y contactó con otros empresarios para conseguir el resto, fichó a Gerardo Fernández Albor e imprimió un cierto aire renovador en las candidaturas.Con este sólido activo, Manuel Fraga confió al orensano Ortiz toda la responsabilidad de la campaña electoral al Parlamento de Andalucía. Y Luis Ortíz volvió a contactar con los empresarios para costear parte de la campaña y supervisó, nombre por nombre, todas las candidaturas de las ocho provincias andaluzas. Por entonces, mayo de 1982, lo mismo podía verse a Luis Ortiz consiguiendo algo más que la simpatía del empresario Lara, de la edítorial Planeta, que recorriendo las sedes de Dos Hermanas o Torreperogil.

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Andalucía, pese a la barrida socialista, volvió a ser un éxito para AP, y a partir de allí Ortiz fue catapultado hacia los puestos de máximo poder dentro del partido. Oficialmente, sólo era uno de los vicepresidentes del partido, pero nadie dudaba en AP que se había convertido en un hombre clave. Así, Fraga le nombró presidente de la comisión nacional de listas para las legislativas del 28 de octubre y nuevamente depositó en él toda su confianza. Pero aquí fue donde Ortiz cometió tal vez su primer, pero grave error: desde su posición de inmenso poder, pudo aconsejar -así lo atestiguan sus enemigos aliancistas- la operación de zancadillear puestos pactados entre Alzaga y Fraga, en los últimos minutos de presentación de candidaturas en 16 provincias.

Fraga, que tiene: a gala ser un hombre de palabra, vio entonces comprometida su caballerosidad. Alzaga comentaría en privado aquellos días: "Ni a, UCD se le hubiera ocurrido hacer una jugada tan sucia". Ortiz, agotado por el stress e intuyendo su caída, presentó una oportunísima dimisión. Ahora, asiste los lunes a la ejecutiva y pasa el resto de la semana en Orense, dedicado a sus negocios.

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