Más publicidad que ambiente en la calle durante la campaña electoral en Italia
La campaña electoral italiana ha entrado en su última semana manteniendo un tono menor sólo alterado días atrás por el triple asesinato de Palermo, la redada masiva contra la Camorra, el escándalo de Savona, las polémicas palabras del presidente, Sandro Pertini, contra la dirección socialista de esta ciudad y, en los últimos días, el áspero intercambio de frases lapidarias entre el secretario nacional de la Democracia Cristiana (DC), Cirlaco de Mita, y el secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), Bettino Craxi, relativas a un acuerdo poselectoral al que parecen condenados.
"Todo va a seguir igual después del 27 de junio. Van a seguir en el Gobierno las mismas personas, o parecidas, cuya única aspiración será repartirse el pastel". Lista es la opinión de un anónimo ciudadano romano, y expresiones de este estilo se repiten con frecuencia. Reflejan desencanto, pero también la aspiración a un cambio que no se ve por el momento."El país ha advertido que las elecciones son como un camino cortado que no lleva a ninguna parte", ha escrito en el periódico La Republica el politólogo Gianni Baget Bozzo para explicar la indiferencia que rodea esta campaña electoral por parte de los llamados a votar el 26 y 27 de junio.
En precedentes consultas electorales, como en 1976 o 1970, el ambiente era muy distinto. El centro de las principales ciudades se encontraba entonces plagado de pancartas, murales, grandes carteles. Mítines y festivas reuniones en las plazas salpicaban una campaña seguida con interés por los italianos. En el corazón de Roma, en la galería Colonna, ciudadanos de a pie formaban corrillos para comentar y discutir las últimas novedades políticas, en torno a un televisor situado en el exterior de algún comercio.
Temor al abstencionismo
Nada o muy poco de esto ocurre hoy. Las grandes concentraciones de masa han sido reducidas al mínimo. En Milán incluso tuvo que suspenderse un mitin por falta de oyentes.El electorado parece ya convencido de que vencedores y vencidos lo serán en tan escasa medida que en poco se alterará un panorama político estabilizado y bloqueado.
Los partidos temen que este escepticismo provoque un aumento del abstencionismo, el voto nulo o en blanco por encima del 30%. Para. la izquierda esto puede suponer un peligroso desencanto dañino para las instituciones.
Para combatir esta situación, por ejemplo, los socialistas han elegido una letra como anagrama de su partido: la O de optimismo. Los comunistas insisten en la necesidad de una, alternativa democrática, con el PSI como interlocutor privilegiado, pero este último partido la ha rechazado tajantemente. Los democristianos insisten en los términos de rigor y eficacia, apoyándose en la imagen de su máximo dirigente, De Mita, que espera sacar partido del aire renovador que ha dado a su formación política.Comunistas y socialistas acusan a la DC de tratar de imponer un neocentrismo basado en los modelos norteamericano y británico, lo cual no es óbice para que el PSI proponga un pacto de tres años a la DC para gobernar juntos, eventualmente con presidencia gubernamental socialista, y con un programa común. De Mita ha contestado con gran acritud a este planteamiento, recordando a Bettino Craxi que la legislatura dura cinco años. Le acusa poco menos que de comportarse con tina arrogancia de pequeño dictador. El dirigente socialista, por su parte, califica a su colega democristiano de "irresponsable e insolente".
A pesar de este cruce de ataques, con la Prensa interpuesta, no pocos creen que el pacto está prácticamente realizado y que la polémica no es otra cosa que un regateo para el reparto de las esferas del poder.
"No creo que exista un pacto como tal", ha, declarado a EL PAÍS Adalberto Minucci, miembro de la dirección del Partido Comunista Italiano (PCI). Pero añade que no tienen otro remedio para llegar a un acuerdo. "Terminarán repitiendo la fórmula de centro-izquierda, que sólo lleva al fracaso, a la crisis y a unas nuevas elecciones".
El PSI, centro de la campaña
Los socialistas, indudablemente, se han convertido en el centro de la campaña. Políticamente son el fiel de balanza de la situación política italiana. Italia no se puede gobernar sin o contra los socialistas", ha declarado Craxi, que fue quien provocó esta consulta electoral y de la que espera un avance del PSI que le acerque al 15% de los votos (9,8% en las elecciones de 1979) para poder aspirar a la jefatura del Gobierno.Los partidos menores (republicano, socialdemócrata y liberal) quedan a expensas de que se les incluya en el acuerdo poselectoral.
Mención aparte merecen los radicales, cuyo líder, Marco Panella, ha estado 36 días en huelga de hambre y seis en huelga de sed (esta última en solidaridad con Pertini, por considerar que le han dejado solo en su lucha contra la corrupción). Su estado de salud empezaba a ser preocupante cuando suspendió la huelga el viernes, con intención de proseguirla a, partir de hoy. Su acción no le ha impedido lanzar una dura diatriba contra el régímen partitocrático que "padece" Italia y que corroe las instituciones y deforma la Constitución.
Para Panella, su partido está sometido a un bloqueo total de los medios de comunicación, que "están en manos de los partidos, sin ningún pudor". Los radicales han presentado listas a estas elecciones, al tiempo que solicitan a su electorado la abstención. Pretende con ello que aquellos de sus seguidores que son partidarios de votar lo hagan en favor del Partido Radical y no en beneficio de otros partidos.
Todas las formaciones políticas han centrado sus campanas en la televisión. La televisión estatal, la RAI, temerosa de la competencia de las cadenas privadas (con películas y espectáculos casi en sesión continua) decidió reducir el tiempo destinado a tribunas políticas y debates electorales.
El resultado ha sido desastroso: los partidos se han volcado en las emisoras privadas y han robado aún más audiencia a la RAI.
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