Las fuentes del peligro
Al margen de las catástrofes, las fuentes de posible peligrosidad de la central están en el circuito de refrigeración, que se alimenta de las aguas del río Júcar, y en el almacenamiento del combustible ya utilizado, que es altamente radiactivo.El alcalde de Valencia, Ricard Pérez Casado, anunció cuando las inundaciones su intención de trasladar aguas arriba de la central el lugar de toma de caudal del Júcar para abastecimiento de la ciudad, que se estaba a la altura del embalse de Tous, de forma que no se recoja agua utilizada para la refrigeración de la central. En su toma de posesión, tras ser reelegido Pérez Casado, volvió a recordar su preocupación por la seguridad de la central.
El agua del Júcar es conducida por un circuito hasta el condensador, donde circula por el interior de una tubería blindada, en el exterior de la cual se encuentra el agua del llamado circuito que mueve la turbina. Este último es el que circula por el interior del reactor y es calentado directamente por la fisión nuclear.
Se trata de un circuito cerrado y que no entra en contacto con el de refrigeración. Acero insiste especialmente en que la presión del circuito de refrigeración es mucho mayor que la del que mueve la turbina, de forma que en el caso de que se rompiese la tubería el agua no contaminada saldría hacia donde se encuentra la contaminada, pero nunca a la inversa.
Un complejo sistema de seguridad prevé la refrigeración de emergencia y la parada del reactor en caso de avería. Por otra parte, dos grandes balsas al aire libre contienen el agua del circuito de refrigeración después de que ha sido enfriada en las torres -Cofrentes tiene dos- para comprobar que no ha habido fugas de radiactividad que podrían haberla contaminado, en cuyo caso sería retenida y no devuelta al cauce.
En cuanto al combustible quemado, permanece 100 días en un recipiente con agua en la propia central, tiempo durante el que la radiactividad de los productos de la fisión decae notablemente. A partir de ese momento son embidonados y transportados a una planta de reprocesamiento, en la que se aprovecha parte, como los isótopos o el plutonio. El resto, que es el verdadero residuo, se traslada a depósitos definitivos.
En España, todos los elementos de combustible gastado que se producen son enviados a plantas de reprocesamiento extranjeras.
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