La prudencia marca los preparativos de la nueva gira de Juan Pablo II
Nunca el papa Wojtyla estuvo tan prudente al hablar de Polonia como en las semanas que han precedido a su segundo viaje a Varsovia, que se inicia el jueves. El domingo mismo, ante miles de peregrinos, se limitó a decir, durante la oración del ángelus en San Pedro, que deseaba que su nuevo viaje apostólico "pudiera obtener muchos frutos para la Iglesia y para toda la nación de Polonia" y a recordar que el motivo de su nación era sólo "el 600º aniversario de la imagen de la virgen de Jasna Gora". Nada más.
Este despliegue de prudencia está basado en la certeza vaticana del difícil equilibrio que exige este viaje. Ya lo cuentan las primeras crónicas de los enviados especiales que esperan en Varsovia a Juan Pablo II y toman el pulso a la situación. Desde la gente de la calle hasta los obispos, todo el mundo está de acuerdo en que este viaje será "completamente diferente" al anterior. La razón es muy simple: la situación en Polonia ha cambiado profundamente desde hace cuatro años, cuando Juan Pablo II, el primer Papa polaco, llegaba por primera vez a su tierra. Lo ha dicho el mismo primado, Jozef Glemp.Ahora todo es más difícil. El Papa está escribiendo sus discursos con especial atención. Juan Pablo II sabe que esta vez cada gesto, cada palabra, cada encuentro podrá tener repercusiones especiales. Empezando por el gesto y la cara que ponga cuando se encuentre con el general Wojciech Jaruzelski o con Lech Walesa. Los obispos le han tranquilizado. Por parte de la Iglesia la situación está controlada. Lo ha confirmado, privadamente, el jesuita Roberto Tucci, director de Radio Vaticana, quien desde el viaje papal a España sustituye, como organizador de los viajes, al arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, el hombre de las finanzas vaticanas. Según el padre Tucci, la gente en Polonia es consciente de la responsabilidad de este viaje y se autodisciplinará para no crear dificultades a "su Papa". Lo mismo hará el régimen, ya que también existe en el Vaticano la certeza de que para Jaruzelski es su última ocasión.
Algunos de los informadores admitidos a acompañar al Papa en su avión no han recibido el visado de las autoridades polacas. Al menos por ahora. Se está negociando. No ha sido posible saber cuál es el número exacto de los "excluidos" porque la sala de Prensa vaticana dice que se consulte la Embajada polaca en Roma, y en dicha embajada se limitan a decir que no hay comentarios.
Que el viaje del Papa, su, itinerario y todos sus pormenores son objeto de un examen con lupa tanto por parte del Vaticano como del Gobierno polaco lo pone de manifiesto la llegada a Roma del secretario del episcopado de Polonia, para realizar algunos retoques sin importancia".
Sobre lo que más se está insistiendo en el Vaticano, como consigna al episcopado polaco, es que "se subraye que el viaje del Papa tiene sobre todo carácter religioso y no político". Es precisamente lo que el domingo se dijo en todas las iglesias de Polonia durante la homilía de la misa. El mayor miedo que tienen tanto el Vaticano como la jerarquía de la Iglesia polaca es que la situación se les pueda escapar de las manos por un exceso de patriotismo o de desahogo.
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