La primera ministra evitó ponerse sus mejores galas durante la campaña, según relata su hija en un libro
Margaret Thatcher no se pone nunca durante la campaña electoral sus mejores trajes, por miedo a que se los estropeen admiradores enfervorizados, que suelen arrojar flores con agua, o detractores enfurecidos, que le tiran tomates y huevos. La revelación la ha hecho su propia hija, Carol, que acaba de publicar un librito (Diario de la campaña) sobre la vida privada de la primera ministra.
Según Carol, su madre tiene organizado el guardarropa en cuatro armarios: uno -con ropa de ejecutivo, trajes de chaqueta oscuros, cada uno con la correspondiente camisa o blusa de colores conjuntados. En el segundo se amontonan los zapatos: "Es muy importante llevar zapatos cómodos durante la campaña", explicó la primera ministra a su hija, "porque si no te sientes cómoda no puedes hablar bien". En el tercer armario hay vestidos buenos, con los colores que más le favorecen en las pantallas de televisión; y en el cuarto, los trajes de gala y de semigala.
Carol Thatcher explica que su madre no ha tenido nunca una cocinera o una doncella permanente en su vivienda familiar, en el número 10 de Downing Street (residencia del primer ministro), por lo que cuando invita a un amigo o a un ministro a tomar un café o una copa por la noche es ella misma la que está pendiente de buscar el hielo o de abrir el bote de cacahuetes.
Las dos sirvientas que cuidan el apartamento acuden por la mañana y lo abandonan por la tarde. Más de un político se ha puesto nervioso viendo a la primera ministra interrumpir una importante conversación para bajar corriendo las escaleras y traer más hielo o tónica para su invitado.
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