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Reportaje:Salud

El círculo de la angustia

Muchos ansiolíticos provocan después más ansiedad

Una sociedad en rápida mutación, como es la sociedad industrial que hoy disfrutamos o padecemos, arrastra en su seno numerosos gérmenes de angustia, ese "silencioso estruendo" o "ruido que no hace ruido" de Prévert, que atenaza al que la padece y que le lleva a sentirse mal consigo mismo, triste y desanimado, manteniendo una relación poco gratificante con quienes le rodean.Nuestra sociedad acepta el malestar físico y ha instaurado complejas redes de atención urgente, primaria y hospitalaria para combatirlo; forma los más variados trabajadores de la salud y apoya toda tentativa destinada a combatir el dolor físico. Sin embargo, bien distinto es el comportamiento frente al malestar psicosocial o psicológico. Tiende la sociedad a marginar a la persona angustiada, marginación que contribuye a reforzar la angustia, creando un círculo vicioso del que resulta difícil escapar.

Factores angustiógenos

Naturalmente, la sociedad somos nosotros y de nada vale acusar a la sociedad si cada uno no acepta su cuota de culpabilidad en una situación que tiende a degradarse y que está provocando ya vivas reacciones de negación de los valores que han servido de base a la sociedad industrial.No puede ya afirmarse que el progreso tecnológico sea siempre un factor de bienestar; en contra de lo que se ha afirmado durante mucho tiempo, la automatización de las labores en la industria y la agricultura no va acompañada sistemáticamente de un aumento correspondiente de empleos en el sector terciario. El resultado es el paro y, como asociado inevitable, la inseguridad en el empleo. Incluso en Suiza, el país industrializado de menor índice de desempleo, un trabajador de cada cuatro afirmaba en una reciente encuesta que no estaba seguro de conservar su empleo actual durante mucho tiempo.

En la sociedad industrial, tener un trabajo es una forma de valorización del propio yo, mientras que estar en paro equivale a sentirse inútil en un sistema que ha elevado el rendimiento y la eficacia a la categoría de dioses. El desempleo es, pues, una importante causa de angustia, porque ésta se manifiesta, en general, siempre que el individuo es incapaz de satisfacer una necesidad.

Mucho más extendida que el paro está hoy la inseguridad, otro factor angustiógeno de primera magnitud. Ante un futuro preñado de incógnitas, el hombre se vuelve al pasado y añora los felices años treinta o, de un modo más personal, se refugia en el cálido y al tiempo paralizante recuerdo de la propia infancia.

También el avance tecnológico influye sobremanera en la angustiosa sensación de inseguridad que hoy respiramos; no se trata sólo de la acumulación de capacidad destructora que existe en el mundo o de la constante amenaza de las contaminaciones sino, en un plano más personal, de la ansiedad que produce el no saber si podrá seguirse el ritmo de las innovaciones. La microinformática, la robótica (empleo de robots en trabajos industriales), la burótica (utilización de la informática en los trabajos de oficina) y la telemática (aplicación de la informática a las telecomunicaciones) van a modificar la vida cotidiana en el trabajo y el ocio, pero plantean incertidumbres que, si no se resuelven, son otras tantas causas de ansiedad, que podrá, en definitiva, llegar a la fase de somatización y desembocar en una enfermedad orgánica.

Ansiolíticos

Desde siempre, el hombre ha tratado de combatir la angustia por distintos medios; las bebidas alcohólicas constituyen tal vez el más antiguo, pero a ellas, se han añadido en tiempos más modernos el tabaco, las drogas y, cuando la ansiedad ha sido medicalizada, los medicamentos ansiolíticos. Forzoso es observar que aunque todos los medios señalados son capaces de liquidar (lisar) la ansiedad, causan a la vez evidentes alteraciones de la salud.En este momento de la sociedad industrial -o ya posindustrial, según algunos-, elhombre se enfrenta con el formidable reto que consiste en vivir en un mundo profundamente angustiógeno sin caer al propio tiempo en el uso o abuso de los ansiolíticos de que hoy dispone. Sólo la gama de los que puede utilizar el médico es muy considerable, pero recurrir a ellos supone sin duda depositar en el médico una parte de la mayor responsabilidad que tiene el individuo maduro: adaptarse a sí misrrio y a los que le rodean.

Esa adaptación ha de ser por esencia dinámica porque así lo es la sociedad en que nos ha tocado vivir. El hombre de hoy ha de estar dispuesto a reciclarse en su trabajo, a mantener una relación positiva y enriquecedora con nuevas formas de gobierno o de pensamiento, y, en definitiva, a no permitir que la corriente le arrastre y le lleve a la profunda sima de la angustia.

No ha de encajar pasivamente todos los golpes, tomando dos o tres veces al día su Valium o Librium, sino que ha de adoptar una actitud comprometida ante los acontecimientos. En este sentido, la democracia es un importante factor de seguridad psicológica porque da al individuo una posibilidad de influir, aunque sea indirectamente, sobre su entorno, posibilidad que de otra manera le estaría totalmente negada.

Otro medio de combatir la angustia, corriente hoy en día, es la adscripción a subculturas que segregan nuevas estructuras, capaces a su vez de dar seguridad. Mientras que algunas de esas subculturas, como la ecología, serán sin duda beneficiosas para el futuro de la sociedad industrial, pues contribuirán por lo menos a frenar el constante destrozo del medio ambiente; otras, como las fundadas en la droga o cn ciertas sectas religiosas, combaten la angustia creando la marginación total del individuo.

Éste logra tal vez que desaparezca su ansiedad perteneciendo a un grupo de pares, pero los lazos que le unen a ese grupo marginado son tan laxos que finalmente se encuentra en la más absoluta soledad, justamente en la soledad de la que trata de huir el hombre de hoy para escapar a la angustia que sin cesar le acecha.

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