Anthony Davis, compositor serio
"All right!", gritó alguien del público, aprovechando un silencio en el curso de una de las composiciones de Anthony Davis. Supongo que el grito no iría con segundas, porque quien más, quien menos, debía estar al cabo de lo que allí se iba a escuchar. Sabida era la inclinación de Davis a componer obras de cámara; se anunciaba, además, que la formación incluía instrumentos poco usuales en jazz. Y, desde luego, lo eran: víolonchelo, violín, flauta, fágot, clarinete -que todavía tiene un pasar como reminiscencia de otras épocas-, y piano -que hace a todo- Por si fuera poco, quitaron los micrófonos y pidieron atriles, cosa tan poco común en el colegio mayor san Juan que al final hubo que improvisarlos con sillas.De antemano, podía esperarse algo así como un cruce entre Cecil Taylor y Anton Webern. Luego resultó que había mucho más de lo segundo que de lo primero. Lo que allí se escuchó era música seria, en el sentido que los anglosajones dan al término. Como jazz, aquéllo no era jazz. Como música contemporánea, aquéllo era bastante antiguo. Era, eso sí, un ejercicio académico impecable. Una música muy bien compuesta, construida con oficio, corrección y, en ocasiones, ingenio.
Anthoy Davis-Abdul Wadud Sextet
Colegio mayor san Juan Evangelista. Madrid, 29 de mayo de 1983.
Estuvo, además, muy bien interpretada. Daba gusto oir a los instrumentos tal y como suenan, sin ainplificación. Abdul Wadud es un violonchelista excepcional, que luce su técníca y su sonoridad en esta música mucho mejor que en la de Arthur Blythe, con quien nos visitó anteriormente. James Newton se escondió bastante en la primera parte, pero luego sacó a relucir un sonido magnífico, e hizo solos de bastante mérito. Del resto de los músicos merece mención el clarinetista Martín Ehrlich, muy buen intérprete en el sentido clásico de ejecutante de una partitura.
La fagotista, Cindy Iverson, tocó irreprochablemente, y hasta se permitió el detalle jazzistico de colar una cita, aunque, dadas las circunstancias, tuvo que ser de La consagración de la primavera.
Anthony Davis ejerció sobre todo de compositor y director. Como solista, se guardó hasta el final. O hasta más del final, hasta la propina, una inteligente elaboración para piano solo del tema Do nothin'till you hear from me, en homenaje a su autor, Duke Ellington. Mostró aquí Davis un pianismo seco, duro y un poco maquinal, por otra parte muy adecuado, porque así era el pianismo de Ellington. Como intérprete, Anthony Davís siguió siendo un buen compositor. Y como de eso es de lo que vino, habrá que decir también "All right!".
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