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Triunfal acogida en Argel al presidente tunecino, Habib Burguiba

Como corresponde a la imagen de los lazos seculares que unen a los países magrebíes, Argelia brindó ayer una triunfal acogida al presidente de Tunicia, Habib Burguiba, en visita oficial al frente de una delegación que integran el primer ministro, Mohamed Mzali, y el ministro del Exterior, Caid Beji. Profundamente impresionado, el jefe e Estado tunecino ahogó, en una declaración inicial, por la consolidación de relaciones "entre los dos países hermanos magrebíes".

La acogida apoteósica a Burguiba contrasta con el silencio que sigue planeando en torno a la posibilidad de ver congregados en Argel a los otros dirigentes del Magreb, en particular al rey Hassan II. El monarca alauí, quien envió el pasado sábado dos mensajes personales a Burguiba y al presidente argelino, Chadli Benyedid, parece haber desestimado su viaje.Con la triunfal acogida, los dirigentes argelinos han querido probar el interés que muestran en la consolidación del gran Magreb árabe, uno de cuyos puntales se, llama Marruecos. Por eso, si en lo que concierne a las relaciones argelino-tunecinas el clima político es de franca alegría. En cuanto a la cumbre el sentimiento era de tristeza.

Aún hay esperanzas

No todo está perdido, según parece, y no sería de extrañar que en el último minuto se materializara la cumbre magrebí, con tres, cuatro o cinco jefes de Estado. La clave sigue estando en la actitud que adopará el rey Hassan II. En algunos medios diplomáticos se asegura que ya ha declarado su negativa a venir a la capital argelina porque podría interpretarse como una concesión indeseable en torno al conflicto del Sáhara occidental. Pero algunas embajadas occidentales aseguran que la famosa cumbre tiene todavía "cerca del 80% de posibilidades". En todo caso, la incógnita debe ser despejada hoy, lunes, a lo más tardar.El presidente vitalicio de Tunicia, sostenido por el brazo por su homólogo argelino, atravesó bajo el arco triunfal erigido a la entrada de Argel, saludando a los miles de escolares y adultos que se habían congregado para vitorearles. Posteriormente, recorrió la calle principal, tal y como hiciera el presidente francés, François Mitterrand, aunque ayer la acogida fue muy superior a la brindada al jefe del Estado galo.

Las conversaciones políticas entre los dos presidentes, así como entre los dos primeros ministros, dieron comienzo en la tarde de ayer, con el objetivo de preparar los términos de una declaración en la que todos se felicitan por la excelente salud de las relaciones argelino-tunecinas y hacen votos por la adhesión de otros países magrebíes, al tratado de fraternidad y concordia establecido en marzo pasado.

Si, a pesar de los insistentes llamamientos prodigados por Túnez y Argel, el rey Hassan II permaneciera en su palacio de Fez, mientras dure la estancia de Burguiba en Argel, los argelinos consideran que, más que la afrenta personal hecha al presidente de Tunicia, el gesto del monarca alauí se interpretaría como una muestra de debilidad personal ante la situación evolutiva que vive el Magreb. Burguiba y Chadli, que desean la reconciliación con el monarca marroquí, son lo suficientemente sagaces como para no ligarla a concesiones imposibles sobre el conflicto del Sáhara.

Lo que parece constituir el fondo de la estrategia argelino-tunecina no sería sino elevar el grado de las relaciones personales y gubernamentales entre los tres países del Magreb básico, unir esa concertación al gran Magreb árabe, integrado por Mauritania y Libia, y buscar una solución al único conflicto que los divide, el del Sáhara occidental.

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