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El Rey viajó a Pamplona para testimoniar su condolencia a los familiares de los dos guardias

El Rey Juan Carlos I acudió a primeras horas de la mañana de ayer a Pamplona, para testimoniar personalmente su condolencia a los familiares de los dos guardias civiles asesinados el sábado en la capital de Navarra por los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Don Juan Carlos, que oró durante unos instantes ante los féretros de los dos guardias civiles instalados en la delegación del Gobierno en Navarra, acudió a Pamplona "para compartir estos momentos de dolor junto a los familiares de las víctimas, en una ciudad que pertenece a la misma Región militar en la que precisamente se celebran este año los actos de la Semana de las Fuerzas Armadas", según declaró el portavoz del Gobierno Eduardo Sotillos.

Los funerales por los dos guardias civiles, el cabo primero Antonio Conejo Salguero y el guardia primero Fidel Lázaro Aparicio, estuvieron, por otra parte, presididos por los ministros de Interior y Transportes, José Barrionuevo y Enrique Barón, respectivamente. Al término de las honras fúnebres, el ministro del Interior fue increpado duramente por parte de personas que acudieron a los actos, algunas de las cuales lograron acercarse a Barrionuevo, con intención, al parecer, de agredirle. El propio director general de la Guardia Civil, Aramburu Topete, se enfrentó verbalmente con una de estas personas a la que le recriminó su actitud. Incluso el vehículo del ministro fue golpeado por parte de algunas personas, al igual que ocurrió con otros automóviles en los que iban autoridades provinciales. Al término del funeral, algunos asistentes profirieron gritos contra el Gobierno, ETA y Herri Batasuna y, en concreto, pidieron la ilegalización de este grupo político. Posteriormente, se formó una manifestación en la que participaron unas trescientas personas y recorrió diversas calles del centro de Pamplona, dando gritos a favor de la unidad nacional, contra ETA y por la libertad de Tejero.La visita del Rey a Pamplona para testimoniar personalmente su condolencia y solidaridad a los familiares de los dos guardias civiles asesinados, tiene, según declaró a EL PAÍS el ministro del Interior, José Barrionuevo "un significado de solidaridad humana con la familia y, por otra parte, simboliza también, la firmeza clarísima del estado democrático, de todas las instituciones del estado democrático, para acabar con todo esto".

Esperaban la llegada del Rey en la delegación del Gobierno en Navarra desde primeras horas de la mañana los ministros de Interior y Transportes, José Barrionuevo y Enrique Barón, respectivamente, el director general de la Guardia Civil, teniente general Aramburu Topete, así como las primeras autoridades provinciales. Don Juan Carlos, que era la primera vez que visitaba Pamplona como Rey de España, llegó desde Burgos al aeropuerto de Noaín en helicóptero, minutos antes de las 9.30 horas, tras lo cual se trasladó en automóvil a la delegación del Gobierno, donde, tras saludar a las autoridades que le esperaban, se dirigió al Salón del Trono y oró por unos instantes ante los féretros de los dos guardias civiles.

El Rey, que vestía uniforme de capitán general del Ejército de Tierra, dio, posteriormente, el pésame a los familiares de las dos víctimas en medio de un ambiente de intensa emoción. Don Juan Carlos, tras departir durante unos instantes con las dos familias, se despidió hacia las 9.50 horas de los ministros y autoridades a la salida de la delegación del Gobierno, donde a esa hora ya, y pese a no haber sido anunciada la visita real, se habían concentrado unas doscientas personas, que comenzaron a proferir gritos de "Viva el Rey", "Viva la Guardia Civil", "Juan Carlos, justicia".

Una mujer se intentó acercar hasta don Juan Carlos, lo que le fue impedido por los servicios de seguridad, aunque, no obstante, le dijo: "Nos están matando. Esto es una guerra y ahora la traen a Navarra. No lo permita". Al montarse en el vehículo que le condujo nuevamente al aeropuerto, para desde allí en helicóptero trasladarse a Burgos, el jefe del Estado fue despedido con grandes aplausos.

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