Los premios de la normalidad
Cuando hace dos años, el 3 de octubre de 1981, el príncipe de Asturias pronunció su primer discurso público como heredero de la Corona para cerrar la primera entrega de los premios que llevan su nombre estaba honrando con su presencia y con su nombre los que hoy ya pueden llamarse los premios de la normalidad.En aquella ocasión el aire de la libertad, meses después de que ésta fuera amenazada en nuestro país, pobló el teatro en el que se entregaron los premios y tuvo eco en la voz de un poeta, José Hierro, que habló en nombre de los galardonados. Dijo Hierro, en un discurso que tuvo una gran repercusión cultural y política, que "este aire de libertad que respiramos, el que nos permitirá continuar adelante en la tarea de lograr esa España que anhelamos" es consecuencia de la actitud de la Monarquía que el día 23 de febrero de aquel mismo año había actuado decididamente para deshacer una conspiración que entonces todavía no era historia.
Ese ambiente de la inauguración de los premios Príncipe de Asturias fue el refrendo de las palabras de Hierro. Habían ganado los premios ese año personajes del exilio español, que así eran reintegrados definitivamente a la vida cultural española por medio de un premio que lleva el nombre y está acogido bajo la presidencia del heredero de la Corona.
Entonces ganaron los premios Príncipe de Asturias una intelectual como María Zambrano, cuya voluntad de regresar a España desde entonces ha sido impedida por su estado de salud; el citado José Hierro; el economista Román Perpiñá; el científico Alberto Sols, y el músico José Luis López Cobos, que ya había triunfado en escenarios internacionales y que en aquel acto de Oviedo reafirmó su deseo, recientemente cumplido, de traer a España su gran experiencia como director de orquestas. Fue premiado también, en el apartado de la cooperación iberoamericana, el entonces presidente mexicano José López Portillo.
En la edición fallada el pasado año, los jurados de los premios Príncipe de Asturias afirmaron su actitud de dotar a estos galardones del aire de libertad que tuvieron desde su inicio, desde que los fundara en Asturias el financiero Pedro Masaveti.
Fueron premiados entonces Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester (Letras); Antonio Domínguez Ortiz (Ciencias Sociales); Pablo Serrano (Artes); Mario Bunge (Comunicación y Humanidades); Manuel Ballester (Investigación Científica), y Enrique Iglesias (Cooperación iberoamericana). Es una nómina cuya extensión y cuya intención liberal constituye el mejor ejemplo del ansia de normalidad que habita hoy en el panorama de la cultura y de la vida de los españoles.
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