El asilo del sargento refugiado transcurre en 'condiciones espartanas'
El sargento Venancio Miko, refugiado en la sede de la cancillería española en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, permanece encerrado en una pequeña habitación del pabellón prefabricado que acoge a la representación diplomática. Se le ha facilitado una silla para descansar y alguna literatura para leer.Sólo ha sido visitado por el encargado de negocios, Norberto Ferrer, y por el secretario de Embajada, Ramón Gil Casares. Ni el director general de Política para África, Manuel Sassot, que ha seguido la semana de la crisis desde Malabo, ni el ministro Fernando Morán han hablado ni visto al refugiado.
Los círculos oficiales ecuatoguineanos reclaman a Venancio Miko como implicado en una conjura que pretendía eliminar al presidente Obíang. El atentado debía tener por escenario la sala de fiestas Los enamorados, de la capital africana. Las detenciones de los supuestos implicados se produjeron antes de que los planes que se les atribuyen llegaran a la fase de tentativa.
Testimonios
Pese a ello, los antecedentes de otras intentonas señalan la facilidad con que se presentan testigos capaces de atribuir al encausado los más infames propósitos, lo que en ocasiones ha terminado por llevar al reo a la ejecución. La última pena se ha llevado a cabo en Guinea, en ocasiones anteriores, por el procedimiento de garrotazos sucesivos.El sargento Venancio Miko llegó hasta la sede de la cancillería española después de haber roto de un cabezazo el falso techo de la estancia de la seguridad del Estado donde permanecía detenido. Logró emprender la fuga y se dirigió en primer lugar a la embajada soviética, donde no se aceptó su presencia.
Fue entonces cuando buscó refugio bajo pabellón español. Venancio Miko parece tener dos rasgos en común con otro buen número de detenidos: su adscripción al omnipotente clan de Mongomo, al que pertenece el presidente Teodoro Obiang y del que formaba parte Macías, y haber recibido alguna formación profesional, en su caso de electricista, en la Unión Soviética.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.