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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Libertad de voto

Los diputados de Fraga, con libertad de voto sobre el aborto, se movían, ostras, por el Congreso, como hombres libres, casi como diputados anarcos, reyes por un día de su sentido común, y no del sentido común de Fraga. Se constituían los nuevos Ayuntamientos como quien levanta una torre (Ayuntamiento hay que ponerlo con versal, que si no, parece fornicación). Insalud, por el contrario, les quitaba a los médicos la libertad de receta, que es que hay algunos que se pasan y abusan, o sea, que le ametrallan al enfermo de recetas, para que les deje en paz, teniendo la ciencia medios como tiene, para curar, o estando ahí, aquí, la Madre Teresa de Calcuta, que también cura mucho y que ha venido en plan Monja de las Llagas. Para la derecha/derecha, o sea, no nos hemos movido de la Corte de los Milagros. España ya no da Monjas de las Llagas, que sólo nos queda el catolicismo sociológico, pero las importa mediante balanza de pagos. Eso tendría que auditarlo Boyer.Ángel Nieto era el láser del Jarama, en un domingo de cielo raso y conflictos matrimoniales, otro milagroso, Nieto, que pasa la barrera del sonido y vuelve, como un Lázaro en moto. Los vendajes ondeaban al viento. Me acatarré. Volvían los Reyes a Madrid tras hacer la guerrilla oratoria de la democracia, el Cádiz y el Mallorca ascendían a primera, como cuando la dormición de la Virgen y su ascensión a los cielos, que todo era milagroso y como del Greco desde la llegada de la Madre Teresa a Barajas, en el entredosluces, y, por el revés del tiempo, la vida se tornaba muy silkcut, baja en alquitrán, baja en nicotina, baja en esperanza, y todos éramos subsidiarios de Americans Brands Inc. Por eso digo. Venían los movimientos feministas, abortistas, corporalistas, organicistas, racionalistas, progresistas, de pantalón vaquero, suéter unisex y melena femenina peluquerizada a lo salvaje por el viento de la libertad, una libertad mucho más violenta, apaisada y venidera que la de Fraga (libertad de voto). Venían a por mi firma y se la dí. Tampoco quisiera ser uno la Madre Teresa de la progresía, pero uno está en la Calcuta del underground, con las libres de cuerpo y alma, con las que no utilizan el sacramento como matasellos, los hijos como rehén, la fidelidad -qué fidelidad- como chantaje ni el sexo como calendario. O sea la mujer nueva. Nueva se llama la última revista que me ha entrevistado. A Carmen Laforet se le apareció la mujer nueva en un tren, pero no era esa. Los de la FACA echaban números, los del volvo volvían de la segunda residencia y la Monja de las Llagas tercermundistas abría sus manos en la Corte de los Milagros: Teresa de Calcula. Había sores Patrocinios/latrocinios rezando rosarios desde el pasado siglo, contra el aborto. Uno tiene escrito (y a Ginés Liébana, mi retratista de cámara, le gusta mucho) que en España siempre se reza contra alguien, contra algo. Lo cual que Ginés va estilizando mi desestilización hasta el milagro, y Natalia Gaviria es un milagro adolescente de dieciséis años. La Doncella y la Bruja, la Ninfa y Celestina. Algo de eso escribió Hans Meyer. Son las dos epifanías de lo femenino en la Historia. Son las dos epifanías de la mujer en una misma mujer, frecuentemente. Cristina Marsillach, desnuda de pureza, juanramoniana, y Las Vulpes, Brujas de impureza rebelde y saludable. La Doncella de Orleáns y la Celestina de Fernando de Rojas.

Teresa de Calcuta está más del lado oscuro de Sor Patrocinio y la señora Thatcher que del lado claro de Beatriz, la chica madrileña a quien no le bautizaban el hijo por natural, Sulamith Firestone y Cristina Marsillach.

Telephonen sonaban/resonaban en Rock/Ola, Justo Alonso regía un musical en el Reina, Carlos Luis Álvarez y Cuco Cerecedo, vivos y muertos, nos convocaban a la vida y el periodismo.

El aborto era la última guerra de religión española y la derecha/derecha se había traído a la monja Sor Teresa de las Llagas de Calcuta. A mí me han pedido firma, las feministas, y he dicho que sí.

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