Yasir Arafat parece controlar definitivamente la rebelión de varios jefes de Al Fatah
Las medidas disciplinarias tomadas a instancias de Yasir Arafat por el comité central de Al Fatah, el grupo mayoritario de los integrados en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), parecen haber puesto fin a la rebelión que surgió hace unas dos semanas en el seno de las fuerzas palestinas en Líbano. Las causas generadoras de esta rebelión siguen intactas y el dirigente libio, Muamar el Gadafi, ha pedido a los diferentes grupos de la OLP que se sumen a los disidentes para hacer frente a "sus dirigentes reaccionarios y derrotistas".
Al menos ocho coroneles y tenientes coroneles, que habían encabezado la rebelión de entre 27 y 500 hombres, según las fuentes, han sido destituidos y "colocados a disposición de Yasir Arafat", según el fallo del comité central de Al Fatah. Todo militar que entre en contacto con alguno de los rebeldes se expone a severas sanciones. En la misma reunión, celebrada el pasado sábado, se decidió reorganizar las fuerzas de las diversas organizaciones fedayin de Líbano y Siria sometiéndolas a un mando único, el del general Ahmed Afani, que conserva sus funciones de jefe de Estado Mayor. En un gesto de conciliación, Arafat decidió convocar una reunión extraordinaria del consejo revolucionario de Al Fatah para examinar las críticas de los amotinados y decidir sobre su suerte.El jefe de fila de los disidentes, Abu Saleh, no ha tardado en reaccionar y ha manifestado desde Damasco que rechaza tanto el procedimiento seguido para adoptar las medidas diciplinarias como los cambios efectuados al frente de las unidades, relevos destinados, según él, a "preparar la retirada de los combatientes palestinos".
El malestar de los coroneles parece tener un fundamento político, aunque tampoco sean ajenas a él fricciones personales. Los rebeldes reprochan a Arafat el que aceptara la retirada de los fedayin de Beirut confiando en las garantías norteamericanas sobre la seguridad de los civiles palestinos, con lo que indirectamente le responsabilizan de las matanzas de los campos de refugiados de Chatila y Sabra; que subestimara la alianza estratégica concluida entre la OLP, por un lado, y Siria y la URSS, por otro, contibuyendo así a la derrota palestina; que se pusiera bajo la protección de regímenes árabes reaccionarios aliados de Estados Unidos, y que haya cedido a la tentación de negociar con el rey Hussein un compromiso que habría acabado con la OLP como único representante legítimo del pueblo palestino.
Apoyo exterior
Detrás de este movimiento parecen hallarse Siria y Libia. En Damasco se buscaría, con el apoyo a estas disensiones, debilitar a Arafat de cara a hacerle más manejable y recordarle su dependencia de los sirios. El apoyo libio no vendría a ser sino uno más de los episodios que desde ya hace tiempo evidencian el crudo enfrentamiento ente Arafat y Gadafi. El jefe de la revolución libia invitó el domingo a los diferentes movimientos de la OLP a unirse a los disidentes, "lo que permitirá a la resistencia palestina unirse bajo un mando único ( ... ) para salir del callejón sin salida a que la han conducido sus dirigentes reaccionarios y derrotistas que abandonaron los campos de refugiados palestinos en Líbano a los falangistas y a los sionistas"Gadafi también manifestó que "todo el que participó en las negociaciones israelo-libanesas debe figurar en una lista negra", y que "la nación árabe debe perseguirle y matarle como hizo con Sadat", según infomación de la agencia de noticias Jana.
En Líbano se volvieron a reanudar el domingo los enfrentamientos entre milicianos drusos y cristianos como consecuencia del asesinato de 23 personas de las 100 secuestradas en la región de Chuf, al sureste de Beirut, un área dividida en sectores controlados por sirios, israelíes y el Ejército libanés, informa France Presse. Los secuestros se llevaron a cabo en la noche del sábado al domingo, y en este día las fuerzas israelíes descubrieron los cuerpos de 14 cristianos, y la gendarmería libanesa, los cadáveres de nueve drusos.
El obispo maronita de Tiro, Josef Joury, fue secuestrado ayer por una familia drusa y liberado tras intensas gestiones de las más altas autoridades religiosas y políticas del Estado.
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