Ha muerto el historiador del arte Kenneth Clark, uno de los grandes humanistas de este siglo
El historiador del arte Kenneth Clark, considerado como uno de los grandes humanistas de este siglo, murió el pasado sábado en su casa de Londres a los 80 años. Fue director de la National Gallery de Londres y uno de los historiadores y críticos del arte más prolífico. Fue también el autor del libro Civilización, que después fue llevado a una serie de televisión que se exhibió con éxito en casi toda Europa. Quienes han seguido sus escritos no le perdonan que haya olvidado a España en los análisis que ha hecho del panorama artístico y cultural de este tiempo.
Nacido en Londres el año 1903, sir Kenneth Clark, estudió en las universidades de Winchester y Oxford, graduándose en esta última en el célebre Trinity College. Dotado de un talento precoz y brillante, enseguida se incorporó a las labores docentes, en la propia universidad oxeniense, donde también fue nombrado Conservador de Bellas Artes del Ashmolean Museum entre 1931 y 1933, cargo que simultaneó con el honorífico de director de la Pinacoteca Real.Quizá uno de los últimos supervivientes de la dorada cultura humanística del imperio británico, que supo convertir a sus intelectuales en especialistas de lo universal, capaces de mantener debates sobre ciencias positivas en lengua latina, Kenneth Clark no concebía la historia del arte como un reducto aislado de la vida y de los grandes problemas del pensamiento humano. No hay que olvidar que fue alumno de Maurice Bowra y que pasó dos años junto a Bernard Berenson en Florencia, pero también que era descediente directo del estilo intelectual de John Ruskin, cuya cátedra de Oxford ocupó y al que dedicó un excelente ensayo (Ruskin today), y de ese extraordinario escritor que fue Walter Pater.
Durante su fecunda y estimulante vida, Kenneth Clark ocupó los más altos cargos a los que pudiera aspirar un historiador del arte británico, empezando por el de director de la National Gallery de Londres, que ocupó a los treinta años y en el que permaneció hasta 1945. En la última guerra, se le encomendó la organización de festivales para los soldados y la programación de los conciertos en la National Gallery, demostrando entonces su talento inigualable para la divulgación cultural y su espíritu integrador de las artes. En 1953, fue nombrado presidente del Arts Council y posteriormente director de la Televisión Independiente.
Toda esta magnífica labor como museógrafo, organizador y pedagogo, no le impidió desarrollar la investigación y, sobre todo, su extraordinario talento de escritor, fruto de lo cual es una cuantiosa bibliografía, posiblemente una de las más amplias e interesantes entre las que se han publicado sobre Arte a lo largo del siglo. Sus libros reflejan una amplísima y versátil preparación cultural y cada uno en particular se ha convertido en clásico del tema o de la época que trata.
Así hay que considerar sus aportaciones al Renacimiento, época a la que dedicó un ensayo general -Florentine Painting. Fifteenth Century- y dos soberbias monografías dedicas respectivamente a Piero de la Francesca y Leonardo, esta última traducido al castellano. Entre lo que dedicó al Barroco son célebres asimismo sus trabajos sobre Rembrandt, -Introduction to Rembrandt y Rembrandt and the Italian Renaissance-. Del arte contemporáneo son, en fin, archiconocidas sus publicaciones tituladas The Gothic Revival, Aubrey Breasdley, Ruskin Today, etc.
No cabe duda, sin embargo, que la fama le vino a Kenneth Clark por sus libros de divulgación, que constituyen una soberbia serie de análisis históricos sobre grandes temas artísticos, escritos en la mejor prosa inglesa. Entre ellos están los titulados El arte del paisaje, El desnudo, ¿Qué es una obra maestra? y Civilización -todos estos best-sellers traducidos a nuestra lengua-, además de Animals and mens, Looking at Pictures y el reciente Moments of vision. En realidad, hasta su propia existencia, intensamente vivida y gozada, fue objeto de un magistral relato autobiográfico, dividido en dos partes -Another Park of the Wood y The other half-, donde aparecen casi todas las grandes figuras intelectuales de nuestro siglo y muchos de los acontecimientos del mismo, vistos bajo un saludable prisma irónico y sentimental.
España, un capítulo aparte
En esta apretada síntesis que ahora hago como homenaje a la memoria de Clark, no puede faltar una mención a su relación con España. Este humanista británico, con vocación europeísta clara y enamorado de Italia, nos ignoró con desdén. Esta especie de hispanofobia se refleja en casi todas sus publicaciones pero alcanzó una dimensión polémica a propósito de la bellísima serie televisiva que escribió y dirigió con el título de Civilización, donde nuestro país era olvidado.Cuando la editorial Alianza se decidió a publicar su traducción española, haciendo un alarde de inteligencia y visión crítica, frente a las reacciones primarias de nacionalismo herido que nos caracterizan, el elegante e irónico Clark dio una amable explicación para esta "imperdonable ausencia": reconocía nuestra genialidad y la admiraba, pero "no encajaba dentro de su esquema humanitario". En definitiva, que España era, según él, un "capítulo aparte" en la historia de Europa: "¿Un capítulo aparte? Sí, porque España ha sido siempre, y sigue siendo, algo aparte del resto de Europa.
Ha habido en ella movimientos liberales; fue incluso un gran centro de estudios erasmistas. Pero el pueblo español en su conjunto poseee un carácter inconfundible que le distingue del francés y, con mayor nitidez aún, del italiano. Su orgullo, su integridad y severidad son lo más opuesto al deseo italiano de agradar. Hay algo de espléndido en la aspereza y la independeincia del español, y en los últimos cincuenta años ha ejercido mayor atractivo sobre los intelectuales ingleses que el encanto acogedor de Italia, que tanto deleitara a nuestros abuelos". No hay que olvidar que Clark escribía este prólogo cuando apenas, había muerto Franco, el dictador que horrorizó siempre a este liberal.
Babelia
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