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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bifurcaciones europeas

ITALIA Y Reino Unido están, de hecho, en plena campaña electoral. En uno y otro caso no se trata del agotamiento normal de los plazos constitucionales y de la convocatoria obligada de los electores; los parlamentos han sido disueltos antes de tiempo en virtud de determinados planes políticos.En el Reino Unido, la señora Thatcher ha hecho uso del derecho que la no escrita Constitución inglesa otorga al jefe del Gobierno para disolver el Parlamento de Westminster, porque ha considerado que era el mejor momento para consolidar la mayoría conservadora. Piensa estar en mejores condiciones, con un Gobierno más fuerte, para hacer frente a los gravísimos problemas económicos y a ciertas medidas internacionales, en particular la colocación de los euromisiles norteamericanos en los últimos meses de este año, sobre todo porque la oposición a esta colocación abarca a una parte considerable de la población, masas juveniles, sectores religiosos, sindicatos y partido laborista, etcétera. La señora Thatcher temía que en unas elecciones convocadas en el próximo otoño los laboristas, y quizá la nueva coalición liberal-socialdemócrata, obtuviesen progresos amenazantes para la actual mayoría conservadora.

Si en el Reino Unido es la derecha la que ha provocado el recurso al elector para fortalecerse, en Italia ha sido principalmente el partido socialista el que ha forzado la disolución de las cámaras. Los antecedentes históricos son radicalmente diferentes: casi durante 40 años la Democracia Cristiana ha impuesto su monopolio en la dirección del Estado. ¿Pueden las próximas elecciones italianas poner fin a ese monopolio? Tal es, en resumen, la tesis del PCI, que propugna una alternativa democrática y argumenta que el incremento de algunos puntos del voto socialista, agregado a una elevación también del voto comunista, permitiría a ambos superar el 50% en conjunto y, por tanto, crear un nuevo Gobierno, reduciendo la Democracia Cristiana a la minoría, incluso a la oposición. Los socialistas no comprometen su futuro; consideran que un aumento de sus votos impediría, en cualquier caso, la evolución la derecha -con la que sueñan ciertos sectores democristianos- y abriría la posibilidad, incluso, de una dirección socialista del nuevo Gobierno italiano; pero se niegan a definir de antemano la eventual composición de tal Gobierno.

Si se cumpliesen los dos cálculos políticos que han provocado las elecciones anticipadas en Italia y Reino Unido, nos encontraríamos con la confirmación de una cierta bifurcación de la vida política europea, a la que estamos asistiendo en los últimos tiempos: en el centro y en el norte (con la excepción de Suecia), el predominio de políticas conservadoras; en el sur, en el Mediterráneo, por el contrario, un auge de la izquierda, concretamente de los partidos socialistas.

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¿Cuál puede ser la causa de esta evolución contradictoria? Entre un conjunto de factores, cabe destacar el siguiente: las soluciones keynesianas -el llamado Estado de bienestar, la sociedad de la abundanciahan tenido su terreno privilegiado de aplicación en países como el Reino Unido, la República Federal de Alemania, Bélgica, Holanda, Dinamarca... Es evid.ente que la actual crisis es también la crisis de esas recetas. Y la reacción contra los abusos del estatalismo yde la burocratización -la reivindicación de lo privadoofrece a la derecha armas políticas, argumentos, para obtener apoyo, respaldo electoral, en sectores populares muy extensos.

En el sur de Europa el camino ha sido otro. En España, Grecia, y Portugal, largos períodos de dictadura; en Francia, casi un cuarto de siglo de gobierno ininterrumpido de la derecha, por lo que la izquierda logra así ahora representar con relativa facilidad la voluntad de carílbio, no sólo de los obreros, sino de capas medias y de otros amplios sectores, angustiados por la crisis y el paro, las amenazas de guerra y el incremento de armamento nuclear.

No obstante, estos nuevos Gobiernos socialistas del sur de Europa -el caso de Francia es en este orden el más notable- no parecen ser capaces de presentar alternativas o soluciones- efectivas ante los gravísimos problemas contemporáneos. En particular, dan la sensación de un encierro de cada uno en su propio país; de que prevalece el egoísmo y el provincianismo político. Esta tendencia choca con las propias necesidades objetivas de problemas que requieren, tanto en lo económico como en el tema del desarme, propuestas, plataformas que desborden los marcos nacionales. Si la izquierda no es capaz de europeizar al menos algunas líneas maestras de sus soluciones políticas, encontrará serias dificultades para lograr que sus posiciones perduren.

Dentro de pocas semanas se verá si las elecciones inglesas e italianas aportan elementos nuevos.

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