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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La Conferencia de Madrid, ¿para qué?

El Acta Final de Helsinki, firmada en agosto de 1975, constituye un código de conducta política que establece la mutua responsabilidad contraída por los 35 países signatarios para respetar todas sus disposiciones, incluyendo entre ellas las que definen los derechos del hombre. Las reuniones celebradas -tanto la de Belgrado en 1977-1978, o la actual de Madrid, que se viene desarrollando desde otoño de 1980- obedecen siempre a un doble mandato: Realizar el balance de las condiciones en que se ha cumplido el Acta Final en cada país, y tomar por consenso las decisiones que permitan ampliar el actual código europeo.Puede imaginarse hasta qué punto resulta difícil realizar esta segunda tarea entre países de sistemas ideológicos muy diferentes.

En Belgrado y, todavía más, en Madrid, el debate sobre el cumplimiento del Acta Final ha colocado a la URSS y a los restantes países comunistas a la defensiva, ante una crítica dura y bien fundada por parte de las democracias pluralistas occidentales. En Belgrado, los países occidentales lamentaron con amargura que las naciones del Este se negasen totalmente a enriquecer el código de Helsinki. En Madrid, en cambio, los países del Este se muestran dispuestos a hacer algo. La razón sería el deseo de reanimar la distensión en las relaciones Este-Oeste, cuya degradación ha alcanzado un peligroso nivel. Para conseguir esto los países del Este parecen dispuestos a pagar un cierto precio, pero no cualquier precio.

Ahora bien, al contrario de lo que pasó en Belgrado, los occidentales han planteado en Madrid el problema de la credibilidad de los acuerdos concluidos con los países comunistas y del valor de los compromisos, que se teme de antemano no sean respetados -en el mejor de los casos- más que parcialmente. Sobre estos temas merece la pena hacer algunas reflexiones:

1. En el momento de la firma del Acta Final de Helsinki en 1975, no se podía esperar seriamente que aquel código paneuropeo -que reflejaba cumplidamente los puntos de vista de las democracias pluralistas- se convirtiese poco tiempo después en un realidad en el interior de los países comunistas. Lo que esperábamos, y lo que seguimos esperando, es que las ideas operen a largo plazo. Las grandes decepciones de estos últimos años no deberían hacernos olvidar que se ha hecho mucho después de Helsinki, sobre todo en el campo humanitario.

2. La experiencia demuestra que las posibilidades de ver a los Estados comunistas respetar sus obligaciones aumentan conforme éstas se hacen más detalladas. Por ello, precisando y desarrollando el código de Helsinki se reforzará la base de referencia de Occidente a la hora de exigir su cumplimiento.

3. Un error trágico sería, en cambio, liberar -tal y como un Moisés colérico rompiendo las Tablas de la Ley- a la URSS y sus aliados de las responsabilidades asumidas en Helsinki, respecto a todos los restantes participantes en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa. Ahora bien, esto es lo que sucederá, en fin de cuentas, en el caso de que, la Conferencia de Madrid terminase sin ningún. resultado.

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4. Un acuerdo informal entre los 35 participantes en la Conferencia de Madríd se ha conseguido sobre, el 98% del proyecto final, de los países neutrales y no alineados, donde se incluyen numerosas precisiones dedicadas en especial a los derechos humanos y a la información. La pérdida de estas conquistas significaría un contratiempo fatal para el conjunto del proceso de la CSCE porque, además, la ruptura no causaría la menor impresión entre los países comunigtas. Ni las presiones ni las sanciones les han inclinado nunca a humanizar sus políticas.

5. En Madrid se ha conseguido prácticamente un acuerdo sobre el mandato de la conferencia para negociar medidas de confianza en el terreno militar y sobre el desarme, cuyos orígenes se remontan a una proposición francesa formulada en 1978. Tales medidas serán obligatorias, verificables y militarmente significativas y se extenderán, a partir de ahora, sobre toda Europa, incluyendo el territorio europeo de la URSS.

La conferencia tendrá lugar en Estocolmo y negociará esencialmente las medidas de verificación y notificación de movimientos de tropas en Europa, hasta las fronteras de Asia, algo que Occidente venía reclamando en vano desde hace años. Por eso, las reservas occidentales que a veces se manifiestan no son comprensibles. ¿Es que la peligrosa situación que han creado los acontecimientos de Polonia quita interés al hecho de obtener mejor transparencia de los movimientos militares que se realicen desde el Atlántico hasta el Ural? ¿Es que las medidas que intentan hacer más difícil un ataque sorpresa en Europa serán ahora menos deseables? ¿El rechazo de estas negociaciones puede considerarse en serio como una sanción eficaz respecto a la URSS?

6. Los países neutrales y no alineados han depositado el 15 de marzo de 1983 el proyecto completo de un documento final de la CSCE; que, a pesar de su carácter de compromiso, reclama muchas concesiones a los soviéticos. El proyecto hace constar que numerosos principios de Helsinki han sido gravemente violados.

Los derechos del hombre se encuentran en el proyecto reforzados y detallados. El documento incluye también nuevas disposiciones que se refieren a las libertades religiosas, como las consultas previstas, entre las comunidades religiosas y el Estado, incluidas en los países comunistas; el reconocimiento de la libertad sindical; los plazos para examinar las solicitudes de reunificación de familias y matrimonios; el contacto con las misiones diplomáticas; una mayor difusión de la información, incluyendo más amplias posibilidatles de suscripcion a las publicaciones occidentales; mejores condiciones de trabajo para los periodistas; el acceso directo a las fuentes de información; la publicación y la difusión de las decisiones de la CSCE en todos los Estados participantes; un calendario muy denso de prolongaciones de la conferencia, incluida una reunión similar a la de Madrid, prevista para 1986 en Viena.

Ciertamente, el proyecto no incluye diversos temas que bien hubiésemos, querido insertar, como, por ejemplo, la no interferencia de las emisiones de radio, la admisión de los grupos de seguidores de los acuerdos de Helsinki en los países comunistas y el reconocimiento del derecho a la huelga. Pero después de casi tres años de negociaciones, todos los participantes saben de sobra que estas cuestiones no tienen ninguna posibilidad de ser aceptadas por la URSS de una manera clara y sin ambigüedad.

7. Se nos pone en guardia con frecuencia contra el hecho de hacernos demasiadas ilusiones sobre una nueva distensión, recordando las malas experiencias pasadas. Pero es precisamente porque no hemos tenido nunca esas ilusiones, porque sabemos que la lucha ideológica entre el comunismo y el pluralismo continuará, tanto en la guerra fría como en la distensión, y porque sabemos que no nos libraremos de la necesidad de continuar, esta lucha y de ganarla, es por lo que consideramos vital para el ser humano en toda Europa la continuación del proceso de Helsinki. No es por un azar si en el verano de 1980 los obreros polacos solicitaron, entre sus primeras reivindicaciones, la nueva publicación del Acta Final.

8. La CSCE es actualmente el único campo donde un acuerdo Este-Oeste parece posible e, incluso, bien próximo. Es cierto que Madrid está en segundo plano en comparación con las negociaciones sobre euromisiles y armas estratégicas de Ginebra. Pero es también cierto que un fracaso en Madrid podrá tener por consecuencia el naufragio irreversible de las relaciones Este-Oeste.

9. La Conferencia de Helsinki, en 1975, con la firma de su Acta Final, que abría las puertas entre el Este y el Oeste, fue posible por parte soviética gracias al interés personal que mostró por ella Leónidas-Breznev. ¿No sería deseable que su sucesor, Yuri Andropov, se identificase asimismo y personalmente en el proceso de la CSCE gracias a un acuerdo equilibrado y sustancial en Madrid? Resulta inquietante comprobar cómo las recientes tensiones Este-Oeste reducen la capacidad de diálogo y cómo esa situación nos conduce a una escalada de la mutua incomprensión. Ahora bien, es precisamente cuando las tensiones aumentan el momento en que la coniunidad de los Estados puede menos que nunca permitirse la interrupción. del diálogo y la comunicación. La CSCE es el único foro en cuyo seno se discute todo el abanico de problemas que existe entre los Estados occidentales pluralistas y los países comunistas. Por parte de Occidente constituiría un error trágico, tal vez histórico, hacer abortar la Conferencia de Madrid por falta de confianza en la fuerza de sus propias ideas.

Franz Ceska es jefe de la delegación austriaca en la conferencia de Madrid.

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