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El presunto falsificador de los 'diarios' de Hitler ingresa en prisión

Después de entregarse a la policía en un puesto fronterizo entre Austria y el Estado de Baviera, Konrad Kujau, proveedor y presunto falsificador de los diarios de Adolfo Hitler, ingresó en prisión preventiva en Hamburgo. La policía registró el archivo del redactor despedido de Stern, Gerd Heinemann. La redacción de Stern continúa la ocupación de la revista, exige la dimisión del director, Henri Nannen, y del presidente de la empresa, Gerd Schulte-Hillen, y anuncia que "la lucha continúa".

Kujau, alias Fischer, conocido como el General en los locales nocturnos de Stuttgart, se presenta como un mero intermediario en el negocio de los diarios falsificados y saca a relucir otro nombre, Herr Mirdof, ciudadano de la República Democrática Alemana, que le proporcionó el material.El presunto falsificador asegura que sólo recibió dos millones y medio de marcos del periodista Heldemann (138 millones de pesetas), de los que 300.000 marcos (17 millones de pesetas) eran el pago por sus servicios de intermediario.

Stern entregó a Heidemann 510 millones de pesetas, probablemente lo único auténtico en esta historia de falsificación. Ahora la pregunta se centra sobre el paradero de los millones desaparecidos.

El nuevo personaje

Fuentes del fiscal declararon que el interrogatorio de Kujau podría durar varios días. Además de sacar a relucir un nuevo personaje, como misterioso proveedor procedente de la RDA, Kujau declaró que se había decidido a entregar los diarios de Hitler cuando Heidemann le regaló, a cambio del primer tomo, el uniforme de gala del mariscal Hermann Goering.Heidemann le había ofrecido 150.000 marcos (más de ocho millones de pesetas), pero lo que le convenció fue el uniforme del mariscal, que Kujau guardó en su tienda de recuerdos del nazismo. En Stuttgart se recuerda que Kujau celebró el pasado 20 de abril el cumpleaños de Hitler con la generosidad acostumbrada. El valor de la casa de Kujau se cifra en 700.000 marcos (más de 38 millones de pesetas).

Los antecedentes de Kujau se remontan a 1960 y abarcan delitos de robo, falsificación de documentos, estafa, transgresiones de las leyes de armas y tenencia ilícita de armas. En 1980 Kujau fue condenado por uso indebido de título. Al presunto falsificador le gustaba que le llamaran general y se autotitulaba doctor, a veces por partida doble, doctor, doctor Kujau.

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La policía registró también las dependencias donde Heidemann archivaba sus documentos sobre nazis. En un barrio elegante de Hamburgo, Heidemann instaló el pasado octubre un archivo histórico Heidemann. Sólo el alquiler costaba 250.000 pesetas mensuales.

Víctima de las actividades de estas oscuras figuras, la redacción de Stern continúa en lucha. Al término del ultimátum, ayer a las dos de la tarde, el consejo de redacción pidió la dimisión del director, Nannen, y del presidente, Schulte-Hillen, quien hizo las entregas de fondos a Heidemann para la compra de los diarios.

La redacción de Stern continúa ocupada, y las posiciones enfrentadas se mantienen. La empresa editora se niega a retractarse del nombramiento de Johanes Gross y Peter Scholl-Latour como editores-directores de la revista. Los redactores consideran que esta nueva dirección supone el fin de la línea liberal de la revista. En el edificio de Stern, en Hamburgo, se discute en un clima de enorme tensión. En los tableros de anuncios se acumulan los telegramas de solidaridad con la redacción, desde organizaciones gremiales de periodistas a políticos socialdemócratas y verdes. Un lector envió 40 marcos (2.200 pesetas) para que los ocupantes puedan tomar unas cervezas, y los inquilinos de una comuna mandaron una tarta.

Llegaron a Hamburgo hasta los corresponsales extranjeros de Stern. La corresponsal en Israel, Wibke Bruhris, declaró en un programa de televisión que "nos sentimos traicionados y vendidos" por la decisión de la empresa de nombrar nuevos directores sin contar para nada con la redacción.

El consejo de la redacción envió ayer a la prensa un télex que empezaba con la frase "La lucha continúa". El consejo explica su póstura diciendo: "La redacción se siente obligada a continuar su lucha por la independencia y contra un cambio de la línea política de la revista. No consentiremos que una publicación progresiva y liberal sea transformada en otra conservadora de derechas".

El consejo exige la retirada del nombramiento de los dos nuevos directores y el cese de Nannen, por haber perdido la confianza de la redacción. Al presidente de la editorial, Schulte-Hillen, le atribuyen la culpabilidad de lo ocurrido con los diarios y le echan en cara su política de "ordenar medidas de ahorro con los chóferes y montadores en la imprenta y al mismo tiempo despilfarrar millones".

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