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'Stern' o la necesidad de una exclusiva periodística

La necesidad urgente de conseguir una exclusiva periodística y las decisiones tomadas por la parte empresarial de la revista explican en parte el descomunal desliz cometido por Stern al publicar los diarios falsificados de Hitler. Los intentos de explicar el error inexplicable de Stem con los diarios de Hitler desencadenaron las especulaciones más descabelladas. Los partidarios de una teoría de la conspiración han llegado a especular con el pasado nazi del editor de la re vista, Henri Nannen, y la actual línea progresista de Stern, opuesta al rearme de la OTAN y contra la política del presidente norteamericano, Ronald Reagan.Según esta especulación, el antiguo nazi Nannen habría encontrado la oportunidad de rehabilitar a Hitler y al mismo tiempo echar la culpa a los aliados de la continuación de la guerra mundial, a pesar de los intentos pacificadores del fúhrer, al mandar al Reino Unido a su lugarteniente Rudolf Hess con una oferta de paz. De esta forma se conseguiría un clima antinorteamericano y antiOTAN en la República Federal de Alemania ante el estacionamiento de los nuevos euromisiles. Esta especulación, con elementos ciertos -el pasado nazi de Nannen- y una cierta lógica no resiste un análisis serio de lo ocurrido, que se debe a una negligencia increíble entre profesionales serios del periodismo.

El editor Nannen, cuando tuvo en un primer momento conocimiento de lo que el reportero Gerd Heinemann se traía entre manos, no quiso saber nada del asunto. Tampoco los directores de la revista. Entonces Heidemann se saltó a la dirección periodística de Stern y acudió al presidente de la empresa, que era entonces Manfred Fischer, quien aprobó un fondo especial para el reportero para la compra de los diarios y los gastos de investigación. Los planes de Fischer eran editar un libro si Stern decidía no hacer caso de la historia. Cuando Heidemann se presentó con los diarios, la revista comenzó a interesarse por la necesidad acuciante de conseguir un golpe periodístico.

Stern llevaba muchos meses sin conseguir ninguna información sensacional y había perdido exclusivas importantes por negligencia. El escándalo de la constructora de los sindicatos Neue Heimat fue ofertado a Stern, pero su director, Peter Koch, no recibió al que se lo ofrecía porque tenía una comida. El informador acudió con la historia al semanario Der Spiegel, que se apuntó un importante éxito.

Con el escándalo de los donativos del industrial Flick a los partidos, el gran tema periodístico del año en la RFA, Stern fue todo el tiempo a remolque de Der Spiegel. El prestigio de Stern caía semana tras semana. El contrato de los directores caducaba a finales de este año, y en junio tenía que negociarse su prolongación. Los directores de la revista se sentían obligados a apuntarse un éxito como fuese para conseguir una renovación de contrato y demostrar su capacidad periodística. En estas circunstancias llegó Heidemann con los diarios. La parte empresarial ve un negocio fabuloso y los directores la oportunidad de reafirmarse al frente de la revista. Los directores de Stern pasan a interesarse por los diarios, que un principio habían rechazado.

Se crea un grupo especial de tres periodistas, que se ponen a trabajar en otro edificio, al que los redactores, que no sabían nada de lo que estaba en marcha, llamaban irónicamente el bunker. El trabajo se desarrolló en un secreto absoluto, y la casi totalidad de la redacción no tuvo ni idea hasta días antes de la sensacional publicación de los diarios. A pesar del aparato montado, el viejo zorro Nannen no debía ver las cosas muy claras, porque el 25 de abril, aunque estaba en la revista, no apareció en la conferencia de prensa para presentar los diarios de Hitler.

Luego Nannen comentó que la frase de Koch, tomada del historiador inglés Trevor Roper, de que "hay que reescribir la historia del Tercer Reich" le pareció propia de un bocazas. Fue el ánimo de lucro de la empresa editora, con los contratos fabulosos con otras publicaciones "dignas del nivel de Stern", y la necesidad acuciante de los directores de conseguir un éxito lo que les cegó e impidió tomar las debidas precauciones.

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Los redactores de Stern, en su mayoría buenos profesionales del periodismo, están totalmente consternados y avergonzados por lo ocurrido. Uno de ellos comentó a este periódico: "Necesitamos años para cambiar la imagen de Stern, que era la revista que publicaba mujeres desnudas en la portada. Ya habíamos conseguido darle una imagen de seriedad, y ahora pasa esto". Los redactores ven en lo ocurrido la consecuencia de la falta de transparencia y cogestión y exigen que se resucite el estatuto de redacción.

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