_
_
_
_
_
Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mrawinsky, un intérprete verídico

La presentación de la Orquesta Filarmónica. de Leningrado, dirigida por Yevgueny Mrawinsky, en el teatro Real, dentro del Festival Ibermúsica, constituyó un éxito clamoroso. Un programa en el que se equilibraban los nombres de Brahms y Wagner -menos lejanos de lo que suele creerse- fue recibido por el público que llenó el coliseo de la plaza de Oriente con entusiasmo literalmente desmedido.De la Filarmónica de Leningrado, que cuidara como a las niñas de sus ojos el célebre ministro de Cultura Lunacharski, posee una personalidad definida y conocida, fiel reflejo de la de su director permanente desde 1938, Mrawinsky. Ya se sabe: excelente calidad de las cuerdas, con esa mínima y especial vibración procedente de las tradiciones bohemías que dota al tono del conjunto de una clara luminosidad.

Obras de Wagner y Brahms

Orquesta Filarmónica de Leningrado. Director: Yeygueny Mrawinsky.Teatro Real, 10 de mayo.

Las especiales características acústicas del teatro Real, tan traidoras si no se conocen bien, acentuaron en Wagner, sobre todo, el desequilibrio entre los vientos de metal y los arcos. Hubo imperfecciones de ejecución muy advertibles y desajustes en algunos pasajes de Brahms todavía más descarados.

Ahora bien, allí estaba una magnífica centuria y un maestro octogenario cuya carrera poco itinerante, a la vieja usanza, está colmada de capítulos brillantes. Sin Mrawinsky resulta imposible explicar la música soviética contemporánea, pues en él tuvieron los primeros nombres musicales de la URSS (incluidos Prokofiev y Shostakovitch) un ardiente defensor de sus partituras. Con todo, supondría equívoco considerar a Mrawinsky como un maestro a la rusa, lo que en la medida que sea representa limitación. Ha sido y es un gran director de la escuela centroeuropea, representativo de la generación que corrigió los desmanes expresivos de la época anterior y se propuso nada más y nada menos que interpretar con fidelidad y exactitud lo escrito en las partituras en su arquitectura general.

No todo fue así en esta ocasión, pero la ancianidad del maestro alzaba una y otra vez su saber y su experiencia para demostrar su ser y haber sido, como reza el título de las memorias del recién desaparecido Markevitch. Las oberturas de Los maestros cantores y Tannhauser y el preludio de Lohengrin nos dieron la visión de un Wagner inventor de sonido orquestal antes que nada, y la Cuarta sinfonía reflejó un Brahms a través de cuya textura se transparentaban sus hermanos Dvorak y Chaikovski. Lo que quiere decir que fue un Brahms rico de perspectivas hacia el pasado y el futuro inmediatos, que con el presente surrian las dimensiones condicionarites y definitonas de una obra en la historia. No existe auténtico intérprete que al hacer música no haga historia. Mrawinsky ha sido y es un intérprete verídico e importante; se merece el homenaje que los madrileños le rinden estos días y que él recibe con sonrisa de buen viejo castellano.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_