Aplausos para 'Demonios en el jardín' en un festival de Cannes con películas aburridas

El cineasta Manuel Gutiérrez Aragón no se presentó en el festival de cine de Cannes, lo que impidió la celebración de conferencias de Prensa y, por tanto, de una cierta promoción en todo el mundo, de su última película Demonios en el jardín, proyectada en la Quincena de Realizadores. Un apasionado público abarrotó la sala y coronó con aplausos el final de la proyección. Buen principio, pues, para la representación española en el Festival de la Costa Azul, si bien el interés de la mayoría de los asistentes se vuelca a la sección oficial y, por tanto, a la espera de Carmen, de Carlos Saura, y de El Sur, de Víctor Erice.

En otro orden de cosas, las películas españolas, programadas diariamente en una sala comercial de Cannes, se anuncian con detalle en distintos paneles. Son siete títulos premiados en festivales internacionales (Valentina, El cabezota, La colmena, La plaza del diamante, Volver a empezar, Demonios en el jardín, Colegas) y, de nuevo, Carmen. Es ésta la primera vez que se promueve así la cinematografía española. Los escandinavos, los suizos, los australianos y los alemanes venían haciéndolo desde hace años. Una promoción que debe ser apoyada por los profesionales del cine español. De otra forma, su eficacia quedará reducida.También en la Quincena de Realizadores, poco antes de Demonios en el jardín, se ha proyectado la película norteamericana, Local hero, de Bill Forsyth, que, en un papel secundario, interpreta Burt Lancaster. A muchos españoles nos recordó el viejo Calabuch, de Berlanga, dado que también en esta película se contrapone el idílido mundo de una paisaje marino, en el que sus habitantes viven rodeados de bondad y sano placer, con el inhumano ambiente de grandes multinacionales norteamericanas, donde no cabe la pausa ni el relajo.

Escaso atractivo

Divertida en ocasiones, aunque morosa en su narrativa, Local hero, que, como la película de Gutiérrez Aragón, tampoco opta a premio oficial alguno, no ha ayudado a levantar el escaso atractivo cinematográfico que esta convocatoria de Cannes ha programado para sus primeros días, aunque sí haya despertado más interés que la sección a concurso, donde incluso se ha llegado a ver una película decididamente menor, cuya inclusión entre las candidatas al palmarés parece un delirio.Me refiero a Tender mercies, producción norteamericana dirigida por el australiano Bruce Beresford, de 41 años, que había sorprendido hace pocos años por su película Branker Morant. La decepción ante su nuevo título fue, pues, superior. En Tender mercies, el director parece no tener objetivo para su narracción.