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El desarme de Europa

La URSS insistirá en incluir los misiles franceses y británicos en las conversaciones de desarme

Soledad Gallego-Díaz

"La Unión Soviética aceptó en las negociaciones SALT I y SALT II que no se incluyera la fuerza nuclear anglofrancesa, pero creo que en esta ocasión su posición va a ser más dura, porque los misiles nucleares del Reino Unido y de Francia son más potentes y modernos que hace diez años y porque si no consigue que se incluyan en las actuales negociaciones de Ginebra, difícilmente podrá encontrar otra oportunidad para lograrlo", explicó a EL PAIS el director de estudios del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (USS), Robert Nuryck.

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Nuryck considera positiva la última oferta de Yuri Andropov. "Propone tomar en consideración el número de cabezas nucleares de cada misil, que es un objetivo perseguido por Estados Unidos y por la OTAN durante largo tiempo". Sin embargo, el experto del IISS cree que antes de discutir sobre el número de cabezas y misiles, norteamericanos y soviéticos tienen que ponerse de acuerdo en dos problemas previos: cuáles son los sistemas de armas nucleares sobre los que se va a negociar y cuál es el ámbito geográfico a que se refieren. Para la URSS -añade- se trata de una negociación europea, que no incluye los misiles instalados más allá de los Urales, mientras que para Estados Unidos deben tomarse en consideración todos los misiles móviles capaces de alcanzar Europa occidental.Sistemas de armas

Otro problema fundamental son los sistemas de armas y dentro de este capítulo los misiles británicos y franceses. Hasta el momento, los gobiernos de ambos países occidentales afirman que sus fuerzas nucleares son independientes y que no están incluidas en ningún tipo de negociación. La negativa de Londres y de París a aceptar una negociación sobre su armamento nuclear fue aceptada finalmente por la URSS en dos ocasiones, incluso pese a que EE UU no concedió ninguna compensación en otros campos, como el acceso a la tecnología occidental.

A juicio de Robert Nuryck el problema es más complicado y los soviéticos pueden mostrarse intransigentes en este punto. "Estados Unidos dice que no puede negociar sobre armas francesas y británicas si estos dos países no dan su consentimiento, porque aunque resolvería un problema dentro de la OTAN crearía otro mucho peor", afirma. Nuryck cree, sin embargo, que aunque Londres y París aceptaran esta negociación, Washington probablemente no estaría dispuesto a llevarla a cabo.

"Es pronto para saber si la URSS está dispuesta realmente a no llegar a ningún acuerdo en Ginebra si no se incluyen estos sistemas europeos -añade- todo dependerá probablemente de los resultados obtenidos en el conjunto del paquete". Nuryck cree que este va a ser un punto muy importante en las discusiones y no sólo. porque los misiles británicos y franceses sean técnicamente comparables a los norteamericanos y porque vayan a perfeccionarse todavía más en los próximos años, sino también por el hecho de que el clima entre los dos bloques es muy diferente al de hace diez años. SALT I se presentó como un proceso de desarme que iba a ser acumulativo, es decir, que iba a incluir cada vez más sistemas de armamento nuclear, pero no ha sido así. Los soviéticos pueden pensar que ahora que existen los foros apropiados para hacerlo deben incluirse estas armas o que no lo lograrán nunca.

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Robert Nuryck hace hincapié en la gran politización que rodea actualmente las negociaciones sobre el desarme nuclear y que constituye, a su juicio, un elemento nuevo. Cree que las repetidas ofertas soviéticas tienen dos elementos, uno real y otro propagandístico, pero que la presente oferta de la URSS refleja una posición auténtica y la visión de este país sobre el equilibrio de fuerzas en Europa. "Para Moscú", explica, "la implantación de nuevos misiles norteamericanos supone una alteración del equilibrio mientras que para los europeos es un modo de vincular el sistema central estratégico norteamericano a la defensa de Europa. Los sistemas británico y francés no cumplen, obviamente, ese papel".

"Actualmente, la decisión de iniciar la escalada nuclear está en manos de Estados Unidos, pero con la instalación de los misiles de crucero y Pershing II la pelota pasará al campo soviético. Serán ellos quienes tengan que decidir si utilizan los primeros su armamento estratégico. Por eso, la Unión Soviética no quiere un acuerdo final que legitimice la presencia de nuevos - misiles norteamericanos en suelo europeo". El director de estudios del IISS no está de acuerdo con quienes afirman que solo se podrá conocer la auténtica posición negociadora de la URSS una vez que se instalen los primeros misiles de crucero Tomahawk.

"No creo que los soviéticos tengan dudas sobre el hecho de que estos misiles van a ser instalados a menos que se logre un acuerdo previo". La Unión Soviética no tuvo interés en negociar hasta que la OTAN aprobó su doble decisión de diciembre de 1979, pero ahora, a estas alturas, sabe que Europa no se volverá atrás.

Nuryck afirma comprender la posición del Gobierno español: "es similar a la de otros países miembros de la OTAN, como los escandinavos, que apoyan el despliegue de los euromisiles, aunque se niegan a aceptarlos en su propio suelo. Es una decisión respetable y no conozco ninguna queja a este respecto. Creo que nadie se siente infeliz por esta posición de España".

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