La enseñanza de la imagen
Un artículo de Lluís Bassets, responsable de la sección de Cultura de EL PAÍS y profesor de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona -publicado el 19 de abril-, se ocupaba de la reforma de las enseñanzas de la Imagen en España. Tenemos que agradecer a nuestro colega su celo informativo, que nos ha permitido enterarnos, a tiempo, de la existencia de unos planes avanzados para modificar, de raíz, dichas enseñanzas, y que incluyen, al parecer, como uno de sus puntos claves, el cierre de la rama de Imagen en la que damos clase los firmantes de este escrito, o su reconversión como un área de periodismo audiovisual, de acuerdo con las conclusiones de un informe -según afirma el mismo profesor Bassets- elaborado por el también profesor Román Gubern, de la facultad de Periodismo de la misma universidad, a solicitud de Pilar Miró, directora general de Cine del Ministerio de Cultura.Que ese ministerio aborde la reforma de la enseñanza de la Imagen es loable, aunque no entre en sus competencias directas. Es hora ya, habrán pensado, de borrar las antiguas barreras administrativas... Que Pilar Miró pida consejo a quien lo crea conveniente es algo que no requiere comentario, pero que ignore la realidad de la rama de Imagen y pueda llegar a decretar su desaparición sin audiencia previa a los interesados -alumnos y profesores- resulta osado y provoca esa admiración reservada a las ideas descabelladas e imposibles.
Escuelas, facultades
Recrear la vieja y extinguida Escuela Oficial de Cinematografla, propósito de la misma directora general, ha sido una ilusión permanente de muchos de sus titulados. Todos lamentamos la inoportuna desaparición de aquel centro, pero, entre los más afectados, estamos muchos de nosotros, que nos titulamos en ella; fuimos -algunos- sus profesores, y continuamos ahora como docentes en la sección de Imagen de la facultad de Ciencias de la Información. Comparar, hoy, ambas instituciones, no tiene el menor sentido; han pasado demasiados años y las circunstancias históricas, políticas, jurídicas y científicas han evolucionado, afortunadamente, de una forma tan espectacular que resucitar -sin más- algo que fue válido en otra época, pero no para la eternidad, puede ser disparatado. La sección de Imagen nunca ha pretendido copiar, mecánicamente, los métodos docentes de ningún otro centro, porque una escuela -por muy elevado que sea su nivel- muy poco tiene que ver con una facultad universitaria. El cierre de la EOC fue un error que no se remedia volviendo a cometer otro. En la Escuela de Cine se enseñaban las principales profesiones del medio a un núcleo reducido de alumnos, supervivientes de unas pruebas de ingreso especialmente duras; aquella escuela, dependiente del desaparecido Ministerio de Información y Turismo, disponía de una dotación económica astronómicamente superior a la nuestra, y, desde luego, su objetivo era muy distinto del que pretendemos lograr en la universidad. Confundir los dos fines sólo puede llevar a conclusiones irresponsables.
Inventar ahora nuevas escuelas de Periodismo, Imagen o Publicidad, al margen de las facultades de Ciencias de la Información -que ya existen en Bilbao, Barcelona y Madrid, aunque la sección de Imagen sólo esté reconocida legalmente en esta última-, puede nacer de un buen deseo, no lo dudamos, pero no tiene la menor base jurídica, socíal ni científica. Que estos nuevos centros, adecuados a la situación actual, se creen al amparo de la universidad y con la colaboración de todas las instancias interesadas puede, en cambio, ser una medida razonable y sensata para la que ofrecemos nuestra colaboración.
Desnudar un santo para vestir a otro es una permanente tentación hispánica, pero ya va siendo hora de renunciar a nuestros viejos vicios. En esta sección de Imagen de la Universidad Complutense hay ya más de 1.000 alumnos, y la mayoría posee un entusiasmo sin límites por aprender, en constante lucha con nuestra penuria de instrumentos y presupuestos, contra la dificil realidad de un plan de estudios, repleto, por cierto, de disciplinas que nada tienen que ver con la imagen. Nuestros titulados, muchos de los cuales trabajan en televisión, radio, cine, vídeo, fotografía..., constituyen un grupo numeroso y activo, pese a la escasez de salidas legales y a la resistencia de parte de la industria y hasta de la sociedad, que no acaban de aceptar la realidad de las cosas.
Un enfoque nuevo
En nuestro momento histórico, el ámbito de la imagen no se circunscribe al mundo del cine, sino que abarca la comunicación audiovisual en todas sus formas, incluyendo las aportaciones de las nuevas tecnologías: el estudio teórico de los problemas icónicos -nuestra última razón de ser-, el análisis de los efectos de los medios, la formación de los profesionales, los problemas narrativos, la construcción de los mensajes y su comprobación experimental, etcétera. Pretender que estas cuestiones sean absorbidas por un hipotético Instituto de Imagen, desgajado de la universidad, o por una Escuela de Cine, no sólo sería una medida en contra del ordenamiento jurídico vigente, sino una acción sin fundamente científico, atentatoria contra los derechos de profesores, alumnos y titulados de la rama de Imagen. El informe de un solo profesor, por muy riguroso que sea, no puede suplir a la opinión de quienes conocemos bien los problemas.
En cuanto a que en la sección de Imagen sólo se hayan conseguido pésimos resultados -según la expresión literal usada por el profesor Lluís Bassets- es, por lo menos, discutible. En nuestro departamento, el más amplio de la rama de Imagen, no hemos recibido jamás la visita de Lluís Bassets, Román Gubem o Pilar Miró, ninguno de los cuales puede conocer realmente lo que aquí enseñamos, cuáles son nuestros métodos y el nivel de nuestros alumnos. Los resultados prácticos de la enseñanza, como se demostró en los Días de la Imagen organizados por el departamento en los dos últimos cursos, con actividades muy variadas -guiones, fotografía, radio, diseño gráfico, bandas sonoras, películas, vídeo, diaporama...-, y con un notable nivel de aciertos, son bastante elocuentes, aunque sea dificil apreciarlos desde la distancia geográfica y mental. El nivel intelectual de nuestros alumnos es, al menos, comparable al de cualquier estudiante universitario de otras facultades, aunque esto sólo lo podemos afirmar nosotros, que seguimos sus trabajos día tras día.
Si tuviéramos más dotaciones -todavía no hemos conseguido ser una facultad experimental, lo que nos permitiría disponer de medios económicos suficientes- y la posibilidad de reformar el plan de estudios, para ofrecer una enseñanza más especializada, la calidad de la docencia mejoraría en una elevada proporción.
El plan Gubern -gracias de nuevo, profesor Bassets, por avisamos de su existencia- ha sido redactado, sin duda, con el sincero deseo de renovar la enseñanza de la Imagen en España. Ahora solamente hace falta que sean tenidos en cuenta otros informes tanto o más autorizados que el suyo, nacidos a pie de obra, en el examen directo de la realidad y a través de los cauces adecuados. Si el profesor Gubern nos hace llegar su documento, lo leeremos con atención, porque, sin duda, contendrá ideas aprovechables con las que enriquecer nuestro propósito de servir a las necesidades de la sociedad española en nuestro trabajo universitario.
Hemos llegado a la nada desde la más espantosa miseria -con permiso de aquel genio de la imagen que fue Groucho Marx-, y ahora sólo necesitamos que nuestro Ministerio de Educación se convenza de que es más adecuado mejorar lo ya existente en lugar de crear nuevos centros de presunta utilidad. Con esos otros medios materiales imprescindibles, con la reafidacf humana entusiasta de alumnos y profesores y el permiso -si a bien lo tiene- de la Dirección General de Cine, podremos cumplir nuestra tarea.
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