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Reportaje:ELECCIONES DEL 8 DE MAYOLa dictadura del cemento

Algete, un pueblo-dormitorio de crecimiento desmesurado

Rosa Montero

A Algete le han nacido unas excrescencias de hormigón a las espaldas, una hinchazón prefabricada, una pesadilla de nuevos bloques, todos iguales, todos apretujados allí donde antes se extendía el campo:-¿Esto? Cada vez peor. Porque, a ver, ¿en qué prospera Algete? Pues sólo en personas, sólo en eso.

Lo dice María, blandiendo el pan de la compra como si de una vara de mando se tratase. En 1970, el pueblo contaba con 1.500 habitantes. Ahora hay mas de 7.000, y las inmobiliarias que han tomado Algete por asalto están terminando viviendas para otros tantos.

-Esto es un injerto entre ciudad y pueblo, ya no se sabe lo que es -dice Juan de Marcos.

Es una localidad condenada al gigantismo. Madrid está a 27 kilómetros, y esta relativa cercanía ha devorado a Algete, convirtiéndolo en un desolado dormitorio urbano. El pueblo antiguo languidece, con sus casas bajas, sus calles de asfalto desmigado y desatendido, mientras a su alrededor se aprieta el impersonal anillo de nuevos bloques. "Pisos de protección oficial, 15.000 pesetas al mes, sin entrada". Los cartelones anuncian la mercancía, y la nueva población acude al reclamo de estos paraísos inexistentes, de esta felicidad alicatada. Algete se multiplica con una vecindad fantasma, que no se funde con el pueblo, que no tiene posibilidades de integrarse.

-Lo peor -dice Paloma- es el aislamiento. Yo la única relación con el pueblo la tengo cuando hago la compra, porque en El Cigarral, donde vivo ' no hay suficientes servicios de alimentación, y tengo que venir al centro de Algete y luego subir a pie dos cuestas con todos los bultos, que no veas...

Paloma tiene 24 años y un niño pequeño. Antes era secretaria, pero cuando dio a luz dejó el trabajo. Su marido es litógrafo y trabaja en Alcobendas. Sale de casa a las ocho de la mañana y no regresa hasta las siete de la noche. Paloma, que es de Madrid, se encuentra aislada en este Algete prefabricado: "¿Qué vas a hacer? Pues pasear con el niño o estar en casa... ". Algete solo cuenta con una línea de autobuses que une la población con Madrid. Son 111 pesetas el trayecto de ¡da y no hay mas que un autocar cada tres horas: el último sale de Madrid a las nueve de la noche, de modo que no hay manera de ir al cine, por ejemplo. Y en Algete no hay ni cine. "Nosotros porque tenemos coche", dice Paloma, "pero conozco a señoras en la urbanización que no salen jamas de aquí... "

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La encarnación de la anarquía

Es el desencanto del piso propio; la conquista de un lugar bajo el sol es a veces la culminación del desengaño. Porque los pisos recién construidos tienen ratas, porque los marcos de las ventanas se descuajeringan, porque hay que recorrer al día muchos kilómetros de atasco y vivir sólo para trabaJar, pagar las letras, mal dormir. El Gobierno Civil acaba de suspender las obras de Pryconsa, una de las inmobiliarias de la zona, por las irregularidades típicas de este tipo de negocios. Pero no es sólo Pryconsa: la mayoría de las urbanizaciones edifican mas de la altura o el volumen permitido, o no respetan las zonas verdes, o no construyen aparcamientos, o venden trasteros como buhardillas habitables. Algete es la encarnación de la anarquía.

El alcalde de esta ciudad sin ley, Rafael Pillado, perteneciente a una lista de independientes, ha protagonizado escándalo tras escándalo: aunque la ley de Régimen Local establece la obligatoriedad de tener un Pleno municipal al mes, Pillado se ha negado a convocarlos, y entre 1981 y 1982 apenas ha habido dos o tres Plenos. Juan de Marcos, que es concejal del PSOE, se desespera:

-El alcalde se niega a presentar el estado de cuentas, a los otros concejales, nos impide el acceso a los documentos municipales, se niega a explicar los presupuestos... Yo la verdad es que a veces cuento todo esto en el partido y es tan tremendo que noto que no me creen, que mi propio partido no acaba de creerme...

El año pasado, Juan y otros tres concejales presentaron al Gobierno Civil un informe sobre el asunto: "El alcalde ha vendido cesiones realizadas al Ayuntamiento sin que haya constancia de la aprobación de venta por el Pleno", decían entre otras cosas. "Y se cobran tasas parafiscales cuyo ingreso no queda reflejado en los libros de cuentas oficiales... ". Ni qué decir tiene que Pillado, que hace un año mandó desalojar un Pleno apaleando a los vecinos, no ha mostrado intención de reglamentar y detener la invasión inmobiliaria. Si el Gobierno Civil ha suspendido las obras de Pryconsa ha sido porque el Ayuntamiento, que tenia recomendación de hacerlo, se ha abstenido.

Un secretario expedientado

-Este ayuntamiento está lleno de caciques y ladrones -se desespera Fernando González- Aquí los únicos que han hecho algo han sido los comunistas.

Fernando está sentado en la barandilla de la plaza, como todos los días, como todos los parados de Algete, en su mayoría jóvenes, que se concentran aquí mañana y tarde para matar las horas. "¿El alcalde? Menudo es", continúa, "y además no le vemos nunca, nunca viene por aquí". Porque Pillado, que es abogado, tiene bufete en Alcobendas y vive en La Moraleja. Tiene mala fama en el pueblo, sí, tanto él como el secretario del Ayuntamiento, a quién la Dirección General de Acción Local acaba de abrir un expediente por presuncion de "cambio y destrucción de libros de contabilidad del Ayuntamiento, actuar sin firmas del depositario, cambio de fechas en documentos de mandamientos de pago y otras irregularidades". Pero de, poco sirven estos expedientes aislados para sacar a Algete del abandono y del abuso:

-Hay una ley que dice que el 15% de la plantilla de cualquier empresa tiene que ser de gente del pueblo, pero no se cumple -dice Félix, 19 años, otro parado-. Tanto en la construcción como en las industrias se traen a la gente de Madrid, o de Alcobendas, y nosotros aquí, mano sobre mano.

Y mientras los parados fuman su cigarrito en la barandilla de la plaza, las carreteras se llenan con el afanoso hormigueo de las mujeres, que regresan a sus lejanos bloques arrastrando la pesada compra, ahogadas, pasito a paso por la cuneta polvorienta. El pueblo está muerto y descuidado. Apenas hay un médico de la Seguridad Social para una población de mas de 7.000 personas, y ni siquiera hay taxis para una urgencia. El crecimiento vertiginoso de la población ha Incrementado los problemas de servicios. Faltan por lo menos 300 puestos escolares, los autobuses son insuficientes. El pueblo ha perdido sus tradiciones: ya no se hacen corridas de toros en la plaza, con un cercado de carros, sino que una construcción prefabricada se aposenta en las afueras de vez en cuando "y en muchas ocasiones ni te enteras de que hay toros". Las calles se han llenado de extraños: Algete es un pueblo tomado por los forasteros, por unos forasteros peculiares que, por azar, duermen allí, en los bloques, en una vecindad irreal y artificiosa. Sin raíces, desdibujado, condenado a la muchedumbre, abandonado por sus autoridades, Algete se asfixia en ese olvido tumultuoso. Como dice Bartolomé Ocaña, un cordobés de 75 años que lleva viviendo aquí desde 1973, "en Algete todos semos refugiados". Refugiados de una dictadura de cemento.

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